Puesta al día del temor al afuera
Espacio abierto pero cerrado, también vigilado, intimidatorio, claustrofóbico. Un helicóptero ronda el lugar, se producen cortes de luz, cunde el miedo y el temor hacia algo inasible, de compleja carnadura.
Espacio abierto pero cerrado, también vigilado, intimidatorio, claustrofóbico. Un helicóptero ronda el lugar, se producen cortes de luz, cunde el miedo y el temor hacia algo inasible, de compleja carnadura. ¿Qué le ocurre a esta gente que vive en ese paraje idílico de puertas cerradas con control permanente? La opera prima de Benjamín Naishtat, hasta acá cortos y un trabajo para Historias breves 5, construye la psiquis de un grupo asustado por la presencia del otro o, en todo caso, del diferente que se les presenta de una manera ajena a su confort y tranquilidad económica de barrio privado. Pero los comportamientos de la mayoría también se modifican a raíz del miedo o, tal vez, a propósito de tenerle miedo al miedo: a un ruido inesperado, a una voz en la noche, a una presencia que corta el tránsito en la ruta, a un corte de luz que produce que las máscaras empiecen a caerse. Un chico insulta a su padre de manera inexplicable y un cuerpo fláccido que atemoriza impide el paso de un auto y asusta a una mujer que no sabe qué hacer. ¿O es ella que se asusta sin saber la razón? Historia del miedo es eso: la puesta al día del temor al afuera, a la derrota, a perder la seguridad, al rechazo de un cambio a la rutina de todos los días de un grupo de personas que viven tensionadas. Narrada como si se tratara de pequeñas viñetas que conforman un relato único, la pericia narrativa de Naishtat, sin embargo, encuentra sus obstáculos en cierto aroma a cálculo, a película que no respira más allá de lo que muestra, a la perfecta concatenación de planos que, al mismo tiempo, descarta un crecimiento dramático que la historia nunca ofrece. Los referentes cinematográficos de Historia del miedo, en cambio, son transparentes y tienen al cine de John Carpenter como centro (al mejor, aquel de hace dos o tres décadas) desde la recreación puntual de aquello tan complicado de lograr en imágenes como es transmitir "miedo al miedo". Sin embargo, el director de Halloween y The Thing siempre apuntó al terror fuera de campo; en cambio, en Historia del miedo, desde sus intenciones dramáticas, se describe como una pesadilla que agobia un sector del mundo (¿actual?), que padece otra clase de temores, ya respirándole en la nuca.