Historia del miedo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Días de furia

Tras su paso por la Berlinale y nuestro último Bafici, actualmente en competencia en el Festival de Jeounju (Corea), la ópera prima de Benjamín Naishtat es un film desafiante, dotado de imágenes magníficas pero poco convencionales y con una polisemia rara en el cine argentino. Siempre de modo transversal, Historia del miedo cuenta (vale aclarar nuevamente, por las dudas, que el término es alegórico) una serie de días álgidos en la vida del Pola. Compuesto de manera magistral por Jonathan Da Rosa (integrante del colectivo multidisciplinario KM 29), el Pola es un muchacho apocado y algo tontulón que vive en los márgenes de un barrio privado. Cuando una serie de incendios intencionales alteran la vida de sus habitantes, Carlos (César Bordón) organiza investigaciones en el country mientras el Pola, suerte de mascota de la vigilancia, es un espejo del miedo de sus vecinos, los bienaventurados. De principio a fin, exceptuando alguna escena graciosa, el film se adueña de una atmósfera incierta (no precisamente amenazante), emparentada de manera casi obvia con el cine de Lucrecia Martel pero también con films independientes como Buena Vida Delivery, el primer Trapero de El bonaerense e incluso hay ecos de Blair Witch Project. Alguien dirá “¿qué?”. Prueben y vayan a verla.