Paranoia clasista
Es difícil definir a Historia del miedo, ópera prima de Benjamín Naishtat. Película de terror, de suspenso, drama: pertenece a todos estos géneros y a ninguno. Lo claro es que el realizador, que por su precisión narrativa y estética no parece debutante, partió de la observación de conductas sociales. Más exactamente del miedo y del prejuicio de clase, abordados desde diversos puntos de vista, sobre todo del de la gente de un country aterrada por el afuera. Un afuera presumiblemente pobre, que Naishtat deja -en una decisión correcta- en el campo de lo abstracto, salvo por un par de personajes lacónicos.
Al principio, la película parece una sucesión de viñetas, sintéticas y contundentes, que cumplen con el viejo axioma de que lo siniestro es lo cotidiano cuando se vuelve extraño. En este sentido, Historia del miedo es bien argentina -toma los rasgos de nuestra decadencia para reformularlos a través del terror- y así se vuelve internacional (tuvo un gran paso por festivales). También es bien urbana. Por momentos, transmite el mismo agobio que ciertos noticieros.
Naishtat procura no ser maniqueo ni sentencioso: todos los personajes, sin divisiones sociales, parecen a punto de explotar de furia y nadie, a la vez, intenta explicarla. Alguien podría decir que el horror en un country ya fue tratado, por ejemplo, por Rodrigo Pla en La zona. O que Naishtat -que mencionó a John Carpenter como una de sus influencias- abrevó en el cine del enorme Michael Haneke, cuya marca registrada es la irrupción de la violencia extrema en medio de la (supuesta) calma burguesa.
Pero hay que marcar otro acierto del joven realizador argentino. Al modo de los mejores ajedrecistas, Naishtat comprende que, casi siempre, la amenaza es más efectiva que su concreción. Y así construye un filme en el que la que desesperación supera -por mucho- a las situaciones que la generan, lo que es un modo, nada enfático, de hablar de paranoia, sin obviar que los paranoicos también tienen enemigos. En algún momento, una mujer mira ShowMatch, sin sonido. “Estoy cansada de las peleas. Miro sólo el baile”, dice. El humor irónico también entra en el universo de Naishtat.