Mucha estética y poco riesgo
Historia breves, es el colectivo fílmico que desde hace 20 años presenta a las nuevas promesas del cine argentino a través de un cortometraje. En Historias Breves 10 (2015), se mantiene en general el nivel de producción de sus antecesoras pero con dos trabajos que asumen riesgos, originalidad y sello autoral. El trabajo industrial de Gerardo Naumann, y Diamante mandarín, de Juan Martín Hsu, están sin lugar a dudas muy por encima del resto.
Hay en cada corto de los siete que integran Historias Breves 10 una gran apuesta visual como en el caso de El dorado de Ford, de Juan Fernández Gerbauer, o Vendido, de Lito Muravchik. También hay género comprometido socialmente en Homúnculo, de Ezequiel Sambucetti, o Durazno, de Francisco Ríos Flores, y comedia negra en Una de esas noches, de Germán Servidio. Pero, lo que sucede en todos es la falta de riesgos narrativos y de un sello personal que los identifique.
Esto se revierte en Diamante mandarín, de Juan Martín Hsu, ambientado durante los saqueos de 2001 en un supermercado chino. El director posa su cámara en lo integrantes de una familia que ante los sucesos se ve obligada a cerrar el negocio y utilizar ese tiempo libre en algo. ¿Pero en qué?
El otro gran corto de esta serie es El trabajo industrial, donde el director Gerardo Naumann rompe barreras narrativas entre la ficción y el documental para mostrar la rutina de los empleados de una fábrica. A través de una serie de mecanismos que no conviene revelar, el cineasta pondrá en escena uno de los trabajos más interesantes que se hayan visto en los últimos años.
Más allá de la superioridad de estos dos trabajos, Historias Breves 10 demuestra que en general en el semillero del cine argentino hay talento, aunque pocos que estén decididos a asumir riesgos y dejar huella.