Nueva edición del concurso de cortometrajes argentinos que, como venimos repitiendo, sirve como termómetro para apreciar cuál es el futuro creativo de nuestro cine.
De las ya míticas Historias Breves salieron apellidos que hoy en día son marca y tendencia indiscutida, realizadores consagrados no sólo en nuestro país sino en festivales y pantallas del mundo entero.
En los últimos años, junto con la crecida notoria de la industria cinematográfica local, siempre a destacar con el apoyo fundamental del INCAA y sus distintos planes de fomento; estos concursos, y sus respectivos estrenos, también se vieron en aumento. Luego de varios años de ediciones esporádicas.
De este modo, si el año pasado tuvimos las ediciones 10 y 11 – más una retrospectiva recordando los veinte años de la primera edición –, ahora, en pocos meses, ya tenemos entre manos, un nuevo conjunto de cortos, que se presentó en la última muestra del BAFICI, y esta semana llega al Cine Gaumont, para luego iniciar un recorrido por los restantes Espacios INCAA.
¿Qué nos presentan esta vez? Ocho nuevos cortometrajes, de realizadores nóveles, provenientes de diferentes escuelas de cine; y como siempre, con una variedad de estilos y temáticas para el gran abanico.
Si algo es común en estos ocho cortos, y que ya se venía vislumbrando en las últimas entregas, es el crecimiento en la calidad técnica de cada uno de los trabajos. Estos jóvenes con sus equipos técnicos, logran todos un nivel que nada tiene que envidiar a producciones de largometrajes con mucho más presupuesto, demostrando que la garra y la pasión con que se encara la labor son fundamentales a la hora de la concreción.
Muchos espacios abiertos, locaciones rupestres, e historias que se inclinan por un modo de narración diferente, esto es lo que prevalece en esta edición, que quizás no da tanto lugar al género puro y duro como en las últimas entregas.
Los títulos son La canoa de Ulises (Diego Fió), El plan (Víctor Postiglione), Cimarrón (Chiara Ghio), Una mujer en el bosque (Cesar Sodero), Las nadadoras de Villa Rosa (Josefina Recio), El inconveniente (Adriana Yurcovich), Las liebres (Martin Rodriguez Redondo), y Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia (Dolores Montaño).
Sin desmerecer al resto en el que se mezclan la poesía, la ciencia ficción, el relato intimista, las ensoñaciones, y hasta la comedia; son cuatro las propuestas que quiero destacar.
La Canoa de Ulises de Diego Fió presenta una suerte de choque cultural. Itaeté y Ulises conviven juntos a orillas del río. Mientas el anciano Itaeté construye canoas, el joven Ulises reniega de su legado, del habla en guaraní, y prefiere escuchar rap en sus auriculares. Un accidente y la desgracia del destino, querrán que se termine produciendo el ensamble. Por la sencillez en su narración y en el modo de presentar su mensaje, sumado al gran despliegue técnico en los planos aéreos, este corto es un excelente inicio para esta nueva edición.
El Plan, de Victor Postiglione, quien casualmente esta misma semana estrena su ópera prima Tiempo Muerto. Cora y Valentín son dos hermanitos que viven en el campo junto a sus padres. Ellos observan como su padre maltrata violentamente a su madre. Pero tienen un plan, Cora entrena a su hermano en una disciplina física que habrá que ver si termina rindiendo sus frutos. La crudeza del maltrato se mezcla perfectamente con una incómoda simpatía por parte de los chicos; el montaje es fluido y las interpretaciones del conjunto terminan por redondear una propuesta que atrapa en sus escasos minutos.
El inconveniente, de Adriana Yurcovich. Una historia sencilla, es verano, fines de diciembre, una ciudad cerrada y calurosa a más no poder. Se produce un corte de luz, y Celina, una anciana en camisón queda encerrada en su departamento de piso alto sin posibilidad de llegar a planta baja. Lo que para la señora debe ser una desgracia, al espectador se nos presenta con una gracia natural que resulta hipnótica. Planos cerrados, una luz pegajosa que nos hace transpirar, y una interpretación memorable de Rosa Myriam Marco.
Las liebres, de Martín Rodríguez Redondo. Un delicado relato alrededor de Mariano un chico que en pleno invierno prefiere cobijarse en su casa jugando con sus hermanas que lo maquillan y se divierten. Pero no, sus padres reniegan de eso, el hombre los pasa a buscar para llevarlos de noche, en plena helada, a cazar liebres en medio del bosque. ¿Qué pasará en ese ambiente presuntamente “de machos”? Rodriguez Redondo traza suaves pinceladas, hace uso de un juego de sombras y colores opacos, focaliza en los gestos y las miradas, y crea tensión en la angustia creciente. Los conceptos son claros y la idea contundente en este corto que es el más breve de los ocho, pero para nada el menor.
Podríamos hablar de aspectos muy positivos en los ocho cortometrajes que nos trae esta nueva y sobresaliente edición de las Historias Breves. Como todo colectivo, puede resultar desparejo en su conjunto de propuestas varias, pero es de destacar que ninguno de ellos resulta una experiencia negativa. Cada uno de los realizadores presenta diferentes inquietudes, y tonos variados a la hora de plasmarlas. Desde lo críptico a lo más lineal, este decimosegunda muestra, viene a confirmarnos una vez más que el rumbo de nuestro cine está en buenas manos.