Lucrecia Martel, Daniel Burman, Israel Adrián Caetano, Santiago Loza... Historias breves ha sido durante más de dos décadas el principal semillero del cine argentino y un ejemplo de constancia, de perseverancia, una bienvenida política de Estado.
Si bien hoy su importancia relativa es menor (cada escuela de cine produce de manera independiente decenas de cortometrajes por año), la posibilidad de filmar en condiciones presupuestarias y técnicas casi ideales sigue siendo un premio mayúsculo para nuevos directores y directoras.
La cosecha 2018 de Historias Breves trae algunas novedades interesantes: desde apelar al humor negro para reconstruir un hecho absurdo y tragicómico ocurrido en un pueblo durante la última dictadura militar ( Una cabrita sin cuernos) hasta incursionar de lleno en los rituales de la comedia romántica ( Media hora, con Malena Sánchez y Martín Slipak), pasando por las hilarantes desventuras de una madre y una hija que irrumpen en casa ajenas (Marta Lubos y Paula Ransenberg en Nada de todo esto). Si el humor en sus múltiples variantes es el eje conductor de esas apuestas, en Niño rana hay un arriesgado y fascinante vuelco desde el realismo hacia lo fantástico; mientras que en La religiosa (sobre una tensa madre-hijo con secretos de fondo) y en Insilios (sobre un viaje en micro en el sur profundo) afloran cuestiones más íntimas y dramáticas. Menos solemne, más ligera y lúdica que en ediciones anteriores. Todo un síntoma de madurez.