Siete vidas absurdas
En sus inicios la antología de cortos Historias breves era considerada un semillero de futuros nuevos talentos que devendrían en los cineastas del futuro. Es sabido que de sus entrañan salieron nombres como los de Lucrecia Martel, Israel Adrián Caetano, Daniel Burman, Santiago Loza, Mónica Lairana, entre otros. Claro que de 1995 a esta parte pasaron 23 años y los cambios tecnológicos hicieron que cualquier estudiante de cine pueda realizar hoy un corto de calidad, aunque muchas veces sin contar con un presupuesto de estas características. Es por eso que hoy Historias breves no tiene la transcendencia de sus primeras épocas aunque en su conjunto el resultado sea homogéneo, haya calidad y se tomen riesgos.
Compuesto por siete cortometrajes, La religiosa, de Sofía Torre y Andrea Armentano, con María Onetto, Agustin Pardella y Guido Botto Fiora resulta sin duda uno de los trabajos más interesantes. Ambientado en un pueblo rural de la provincia de Buenos Aires retrata una asfixiante relación entre una madre sobreprotectora y su joven hijo mientras este mantiene un amorío secreto con otro muchacho del lugar. El binomio de directoras logra crear un ambiente claustrofóbico a través de una puesta compuesta de planos simétricos, diálogos austeros donde nada se dice sino que se insinúa y un sonido envolvente generador de tensión en un trabajo que asume riesgos estéticos y narrativos.
Aunque si de riesgos hablamos sin duda es Una cabrita sin cuernos el que se lleva los mayores aplausos por apostar a la comedia negra para retratar una situación absurda ocurrida durante los albores de la última dictadura cívico militar que gobernó el país. En otro pueblo de provincia una directora de escuela descubre que su alumna tiene un libro infantil de un autor ruso y decide dar aviso a las autoridades gubernamentales que inician una serie de interrogatorios hasta que una maestra se ve obligada a “confesar” cuáles eran las verdaderas intenciones con dicha lectura. Sebastian Dietsch (Lila, Zombies) trabaja sobre el absurdo para abordar desde un lugar poco común el modus operandi de las fuerzas militares, el estado de paranoia reinante y los medios pocos ortodoxos utilizados para encontrar culpables de no se sabe qué.
Por su parte en Nada de todo esto Hernán Alvarado Martínez realiza una transposición del cuento de Samanta Schweblin en el que propone una reflexión sobre el consumismo y la necesidad de acumular objetos sin ningún valor más que el material. Madre e hija toman jardines por asalto para intentar modificar el mal gusto de sus dueños pero un accidente fortuito las llevará a ingresar a una lujosa casona de un barrio privado provocando una ruptura entre el antes y el después.
En Niño rana Laura Zenobi y Lucas Altmann crean una fábula fantástica a partir de la relación de una joven que llega a una casa de campo y un pre adolescente que habita en ella. Mientras que Media Hora de Sebastián Rodríguez apuesta por la comedia romántica, fresca y generacional, a través de la relación entre dos jóvenes que recién se conocen y terminan en la casa de uno de ellos. Pero un detalle no menor hará que lo que iba a ser una noche de pasión se desvanezca a raíz de un insólito planteo.
Una road movie por la Patagonia en donde un hombre exitoso que emprende un viaje en micro se enfrentará, a través de su compañero de asiento, con una serie de dilemas existenciales, familiares y sobre el desarraigo, es la propuesta de Insilios, exiliados en el interior dirigido por Luis Camargo.
Finalmente, Claudia Ruíz presenta en 11:40 la historia de dos hermanos que durante el primer día de clase en la nueva escuela esperan ansiosos que llegue esa hora para poder ver al padre. Un relato de tinte social que le escapa a la previsibilidad y el lugar común.
Siete cortos, trabajados desde lugares diferentes y con historias que apuestan a una variedad eclética de géneros y formas dan como resultado una antología compacta, tal vez la más pareja que se haya visto entre los últimos Historias breves.