Desigual antología de cortometrajes del Incaa
La más reciente edición de Historias breves , nueve cortometrajes, seleccionados a través del concurso del Incaa, realizados por directores noveles, no funciona como una película. Y eso no sería necesariamente problemático si el grupo, aunque diverso, tuviera una coherencia y una presentación formal que los unificara. Así como están las cosas, de los nueve cortos, algunos dejan vislumbrar las posibilidades de sus realizadores para el futuro, pero otros apenas logran sostener las condiciones de contenido y técnicas necesarias para ser consideradas profesionales.
Entre los trabajos más destacados, están aquellos que trabajan sobre los géneros, ya se trate del romanticismo que insinúa Fábula, de Agustín Falco: el policial de Crónica de la muerte de Paco Uribe, protagonizado por Alberto Ajaka ( que consigue dotar a su personaje de una intriga y profundidad que excede los estereotipos), y hasta la comedia con En carne viva, de Federico Esquerro,que hace explotar los prejuicios sobre el cine independiente y el trabajo de los actores, a partir de una historia bastante graciosa, aunque previsible. Algo similar -en cuanto a la previsibilidad- puede decirse sobre Tres historias cuatro, de Anahí Farfán, que aprovecha la limitación de su formato para contar una historia.
Claro que si la impresión general que deja este Historias breves es más bien pobre se debe más al criterio de sus compaginadores. Inexplicablemente, decidieron abrir el film con dos de los trabajos más endebles de todo el conjunto: Cenizas , de Gwenn Joyaux, un relato de supuesto suspenso, en el que abundan los problemas técnicos y escasea la trama, y El hombre rebelde, de Martín Salinas.