Monstruos y sustos para fans del género
Guillermo del Toro produce esta película de horror basada en una famosa serie de novelas truculentas
Ambientada en Halloween de 1968 (el año de estreno de La noche de los muertos vivos) y también del inicio de la guerra de Vietnam, el filme nos presenta a un grupo de adolescentes que tras ingresar a una mansión abandonada, descubren un libro maldito cuyas historias, escritas con sangre, comienzan a hacerse realidad y las criaturas que habitan en esas páginas cobran vida. El metraje aborda además varios tópicos del terror clásico que incluyen espantapájaros tenebrosos, cadáveres andantes, fantasmas, demonios, autocines, bromas macabras y muchos sustos.
Heredera de las películas inglesas de la productora Amicus, que solía estrenar filmes con varios relatos cortos unidos, este largometraje tiene además de atractivas historias (surgidas de la mente del escritor Alvin Schwartz), la impronta de su productor y guionista Guillermo del Toro, quien ha logrado hilar ingeniosamente cada cuento y a la vez insuflarles un aura gótico e inquietante.
El realizador André Øvredal maneja los climas con oficio, dotando a cada secuencia de espectacularidad, momentos bizarros y un sin fin de guiños a obras de culto como La Hora del Vampiro, Al final de la escalera o la catódica Galería Nocturna. Además presenta una estructura narrativa y visual sin repeticiones ni redundancias, con una puesta en escena que permite que la introducción a los distintos relatos no sigue una fórmula (como ocurría en por ejemplo en Creepshow y otras exponentes de este subgénero).
Por supuesto y casi por una cuestión comercial, a pesar de que la acción no se desarrolla en los 80, la dinámica de los personajes y las situaciones remite indefectiblemente a éxitos recientes como Stranger Things o It.
Los efectos especiales y maquillajes son creíbles, la recreación de las criaturas fieles a las ilustraciones de los libros originales y los momentos grotescos pueden ser tan divertidos como asquerosos.
No es esta una producción truculenta ni excesivamente gore como las destinadas a los adolescentes amantes de las emociones fuertes, por el contrario, fusiona escalofríos con situaciones de aventura al estilo Scooby-Do, y replica la atmósfera de los relatos destinados a noches de fogones o campamentos, cuentos en los que se dan la mano el folclore y las leyendas urbanas. Un entretenido homenaje a la vez que una película de iniciación para los espectadores que quieran dar sus primeros pasos en el género.