Es un truco bastante conocido el de poner a alguna figura cinematográfica en lo más alto del poster, para confundir al espectador que luego descubre en letra chiquita “presentada por…” o “de los mismos creadores de…”. Pero hay una regla de oro que parece cumplirse a rajatabla: si dice “Producida por Guillermo del Toro” sabemos que no es solo un nombre, es una actitud, una manera de ver el mundo cinematográficamente.
Historias de miedo para contar en la oscuridad es la nueva película que encuentra al ganador del Oscar como productor y guionista, pero no solo eso: la película está basada en una trilogía de libros para adolescentes (escrita por Alvin Schwartz en 1981, 1984 y 1991) y tiene como director a André Øvredal, ¿no les suena? Es el director de La Morgue (The Autopsy of Jane Doe), aquella película con una bruja muerta, Brian Cox y Emile Hirsch que sorprendió a propios y extraños. Con todo esto, podemos esperar grandes cosas… y les puedo asegurar que lo logra
Simple, efectivo y terrorífico
La película bebe de la conocida fórmula de los relatos cortos dentro de una gran historia que los contiene, en este caso en lugar de beber de cosas como Cuentos de la Cripta, Creepshow o la argentina ¡Malditos Sean!, va más por el lado de Escalofríos o ¿Le temes a la oscuridad?. Un terror más apuntado a los jóvenes. ¿La historia? Cuatro chicos escapan de unos bullies y terminan en una casa abandonada donde vivía una chica con problemas psicológicos, terminan perdidos en la mansión y la protagonista encuentra un libro (que parece no preocuparle que esté forrado con piel humana -¡Hola Necromicon!-) con algunas historias macabras escritas en el. Lo que no sabe es que ahora cada uno de sus amigos y conocidos serán los actores principales de nuevas historias que se escriben fantasmagóricamente en el libro.
Lo extraño y para festejar, es que en ese afán de apuntar a un público menos adulto no escatima en búsquedas precisas para generar terror, alejadas del jump scare y más enfocada en dos grandes vectores: diferenciar estéticamente cada uno de los relatos y buscar asustar desde los climas. Esto (lamentablemente) se desdibuja un poco hacia la secuencia final, haciendo abuso del CGI.
La película sigue la vida de Stella, Auggie, Chuck y Ramón, cuatro nerds, “perdedores”, periféricos… cada uno con una historia y un pasado a explotar, con una tridimensionalidad a celebrar y una actuación muy por encima de la media. Realmente sufren, se enamoran, les importa todo poco o mucho… Estados Unidos demuestra tener una caterva grande de jóvenes actores, otro punto que emparenta a esta producción fuertemente con productos como IT y Stranger Things. El público de estas dos películas va a disfrutar fuertemente Historias de miedo para contar en la oscuridad.
El miedo por el otro
Otro punto a destacar: la película se desarrolla a finales del 60, con un trabajo muy fino en el arte, el maquillaje y el vestuario; pero además utilizando el trinomio: Nixon – Vietnam – el estreno de La noche de los muertos vivos (el clásico zombie de George Romero) para hablar sobre el miedo presente en USA en ese momento: el miedo a la guerra, el miedo al otro, el miedo por el miedo mismo. Este elemento realza cada una de las historias y las atraviesa, convirtiéndose en parte del decorado narrativo, pero además como causa o consecuencia del accionar de alguno de los personajes.
Historias de miedo para contar en la oscuridad, además de tener un título larguísimo tiene un manejo del terror transparente y efectivo, grandes actuaciones de nuevos talentos, una crítica social subyacente y sobre todo lo que importa: monstruos aterradores que demuestran cómo nos seguimos asustando como chicxs si nos cuentan una buena historia de terror. Guillermo del Toro (otra vez) apuesta y gana.