La presencia de Guillermo del Toro como productor es una inyección de marketing que los responsables de Historias de miedo para contar en la oscuridad no están dispuestos a desaprovechar. Pero su nombre en lo más alto de los carteles y afiches tiene otro sentido. Uno artístico, en tanto el mexicano parece ser el autor intelectual de gran parte del proyecto.
Historias… cruza el ideario del director de La forma de agua con el de Stephen King para este relato que transcurre en 1968 –la guerra de Vietnam como fondo le da al film una pátina indudablemente política– y empieza con cuatro adolescentes haciendo lo que suelen los adolescentes en estos tipo de películas: husmear donde no deben. En este caso, en una mansión abandonada pero con mil y un leyendas macabras a su alrededor.
Allí los chicos descubrirán un libro encuadernado con piel humana que contiene varias historias que, al leerlas, tiñen la realidad de una manera de catalogar como casual. Lentamente lo real y lo fantástico empezarán a ir de la mano hasta volverse indivisibles.
La película de Øvredal-del Toro propone un atrapante recorrido por los límites de la cordura humana. Se trata de un relato de terror gótico realizado con oficio y conocimiento, con capacidad para asustar a través de las herramientas más nobles del cine. Los clásicos monstruos de Del Toro preludian un desenlace inexplicablemente concesivo, más cerca de Stranger Thingsque del fresco sociopolítico que había sido hasta minutos antes.