Historias de miedo para contar en la oscuridad (Scary Stories to Tell in the Dark) tiene esa clase de guiones que podría dar para una docena de películas. De hecho se basa en una serie de libros infantiles del mismo nombre escritos por Alvin Schwartz y que vale la pena buscar luego de ver el film.
La acción transcurre en un convulsionado Estados Unidos en 1968. Muy alejado de los disturbios en las ciudades está el pequeño pueblo de Mill Valley, donde durante generaciones, la sombra de la familia Bellows ha crecido hasta la leyenda. En su mansión al borde de la ciudad, Sarah, una joven con horribles secretos, convirtió su tortuosa vida en una serie de historias de miedo escritas en un libro que ha trascendido en el tiempo; historias que tienen la forma de volverse muy reales para un grupo de adolescentes que descubren este terrible libro.
No hay peor idea que usar Halloween para meterse en una casa que encierra un terrible secreto. Y peor idea aun es tomar un libro del cual se dice tiene la capacidad de hacer reales las cosas que en él aparecen. Bueno, es una gran idea para lanzarse a muchas historias de terror. La película tiene grandes momentos, verdaderamente terroríficos. Tal vez le queda grande la idea de trama política o social que insinúa por momentos, pero a la hora de asustar lo consigue y esa es la primera regla de cualquier buen film de terror.