Detrás de todo gran hombre...
Dos películas fueron estrenadas en el 2012 sobre el Maestro del Suspense Alfred Hitchcock. La primera, The Girl, le imagina soez y libidinoso, intentando resucitar a sus rubias muertas a través de Tippi Hedren en Los pájaros (The Birds, 1963) y Marnie (1964). En la segunda, un Hitchcock menos desesperado pero igual de dubitativo se prepara para rodar Psicosis (Psycho, 1960) – aquella que sería, a la larga, su película más memorable.
“Forzosamente necesito avanzar, evolucionar, y no sé todavía si lograré todo lo que tengo en la cabeza” – Alfred Hitchcock, El cine según Hitchcock (1965). El título, “Hitchcock”, es engañoso. El film trata tanto sobre Hitch (interpretado por Anthony Hopkins, cuya papada fue nominada al Oscar en los últimos Academy Awards) como sobre su mujer y colaboradora Alma Reville (interpretada por Helen Mirren), y la historia es tanto una oportunidad para documentar el divertido rodaje de Psicosis como para reivindicar la figura de Alma en los anales del cine. Ella es la proverbial mujer detrás del gran hombre, ya sea detrás de los guiones de sus películas o más literalmente detrás de su marido en la alfombra roja, dejando a Hitch acaparar las cámaras de la prensa.
A comienzos del film, Intriga Internacional (North By Northwest, 1959) se estrena exitosamente, y Hitchcock decide darse el gusto/desafío de financiar personalmente Psicosis. Es un proyecto fatal a los ojos de los ejecutivos de Hollywood: de un presupuesto bajísimo, rodada en blanco y negro con equipo televisivo, temáticamente cruda y con la audacia de matar a su protagonista a fines del primer acto. Es más, los censores están horrorizados de que, por primera vez, una película americana mostrará un inodoro (y lo que es peor, en funcionamiento). Hitchcock, ansioso por probar su relevancia ante las generaciones más jóvenes, hace del proyecto uno de sus más personales.
Hopkins y Mirren, ingleses de porte, condecorados por la realeza, eternamente populares con las audiencias más jóvenes, son la elección idónea para interpretar a Hitch y a Alma. Desgraciadamente, el personaje de Hitchcock se construye como una caricatura: se desplaza sigilosamente, sorprendiendo a la gente por detrás, mostrando su perfil ensombrecido. Habla de sí mismo y de sus películas como sólo los críticos recién comenzarán a hablar muchos años después de su muerte. Los personajes de esta película, en general, poseen una claridad crítica improbable. Uno de ellos le comenta a otro: “¿Viste Vértigo? Es una elaborada metáfora sobre la frustración sexual del director”. Mientras tanto, la fofa sombra perfilada de Hitchcock acecha.
Hopkins, mentón en alto, es bueno imitando la gestualidad petulante de Hitchcock, pero se ve limitado por las dimensiones de la caricatura que le toca interpretar. Mirren tiene más libertad con su personaje, sin duda gracias al bajo perfil que Alma mantuvo toda su vida comparado a la grandilocuencia de su marido. Sus escenas de amargura y reproche son de lo mejor que ofrece la película. Entre los actores de reparto encontramos a la carnal Scarlett Johansson (haciendo de Janet Leight), Jessica Biel (haciendo de Vera Miles) y James D'Arcy (encarnando a Anthony Perkins). El personaje de este último es el más menospreciado de todos, y el guión le reduce a una parodia de Norman Bates. D’Arcy copia las risitas y los tics nerviosos de Bates impecablemente… como si Perkins se hubiera interpretado a sí mismo en la película.
No es que Hitchcock, el maestro del suspenso (la película) no sea fiel al epónimo director de cine, o a los sucesos que ocurrieron durante el rodaje de Psicosis, o siquiera a la relación entre marido y mujer. Probablemente confirme todo lo que usted creyó que sabía sobre el hombre y su obra, y la memoria de Alma Reville reciba una merecida pulida. Pero todo lleva consigo un aire de parodia. El guión de la película es indulgente con los deseos de su guionista, que fuerza situación tras situación – su Hitchcock es demasiado caricaturesco, sus personajes poseen una perspectiva histórica imposible y las analogías entre el rodaje de Psicosis y la vida personal de Hitchcock demasiado ridículas.