“Psicosis” y Helen Mirren, lo mejor de “Hitchcock”
Alfred Hitchcock es un icono difícil de reproducir con un actor en un film, y uno de los principales problemas de esta limitada biopic (se ajusta solamente a la preparación rodaje y estreno de Psicosis) es que, aun con todo su talento y mucho maquillaje, Anthony Hopkins se termina pareciendo más a Winston Churchill que al director de La dama desaparece.
Sin embargo, de a poco la personalidad de Hitchcock surge a través de distintas escenas que explican lo complicado que fue hacer una película revolucionaria como Psicosis, y el espectador logra meterse en la historia independientemente de que la performance protagónica convenza más o menos.
La que sin duda está a la altura de las circunstancias es Helen Mirren como Alma Reville, la mujer y colaboradora de Hitchcock un poco harta de los romances imaginarios del director con sus famosas rubias fetiches. En este sentido, hay momentos antológicos, como cuando Vera Miles (Jessica Biel) le cuenta a Janet Leigh (Scarlett Johansson) sus problemas previos con Hitch, que se ofendió porque la quería convertir en la estrella de Vértigo, solo para darse cuenta de que la conversación estaba siendo monitoreada por la inconfundible sombra rechoncha del cineasta.
Cuando se centra en la historia del rodaje de Psicosis, en la relación entre el director y su elenco (sin olvidar al guionista Joseph Stefano encarnado por Ralph Macchio), a la presión del censor, o los problemas con la Paramount, que no estaba segura de poder distribuir un film con semejante dosis de sexo y violencia, esta Hitchcock se vuelve más que interesante. Incluso puede llegar a emocionar a los fans del director cuando enfoca sus conflictos creativos en escenas específicas de Psicosis. En cambio, cuando la película deriva en cosas raras como los encuentros imaginarios entre el director y Ed Gein, el verdadero asesino serial que inspiró su film más taquillero, el asunto pierde fuerza y no va en ninguna dirección.
Por suerte, las partes sustanciosas son más que las otras, y aun entendiendo lo difícil que puede ser para cualquier actor componer un Hitchcock, al final, hasta la caracterización de Hopkins se vuelve creíble, y querible.