Es difícil abordar una película como “Hitchcock” sin caer en una mirada profunda sobre el genial director. Pero sería más un dossier que una crítica o comentario. Es más práctico establecer un cuadro de situación en el cual tendremos dos tipos de posibles espectadores:
Los que conocen y vieron la vida y obra del maestro
Los que apenas escucharon su nombre, o directamente ignoran de quién se trata..
Siempre habrá sido tentador el libro de Stephen Rebello “Alfred Hitchock y la realización de Psicosis”, editado en 1990. Narraba minuciosamente el día a día desde que Alfred consiguió los derechos del libro hasta el estreno “Psicosis” en 1960, pasando por todas las vicisitudes posibles, incluyendo el casting, dos guionistas, la puja con la Paramount que no quería financiarla, la hipoteca de su propia casa, la relación con Janet Leigh, etc.
También era prometedor que John McLaughlin estuviera a cargo de la adaptación luego de su auspicioso trabajo con “El cisne negro” (2010). ¿Y el director? Sacha Gervasi tiene en su currículum el trabajo como guionista de “La Terminal” (2004).
Quién no se sentiría convocado por un reparto en el cual Anthony Hopkins tiene el rol principal, luego de haberlo buscado afanosamente, y a Helen Mirren personificando la eterna y fundamental esposa, Alma Reville.
Todos los condimentos dados para una película inolvidable.
Bueno, poco de esto ocurre aquí. El problema principal está, paradójicamente, en el guión. Es como si en lugar de adaptar el libro, tomando la minuciosidad de los detalles como elementos novedosos y contribuyentes al efecto dramático de la historia, McLaughlin hubiera adaptado la síntesis de la contratapa. Luego, para los conocedores no habrá sorpresa alguna, pues nada de lo que se cuenta se destaca por sobre lo que podamos haber escuchado de generaciones anteriores de cinéfilos, o en cualquier charla-debate sobre la filmografía del maestro.
Para cuando el realizador se da cuenta de todo esto ya es tarde para transformar el contexto de la filmación de “Psicosis” en la historia del amor incondicional que Alma tenía por Alfred. Por suerte dos grandes actores logran momentos de gran fuerza interpretativa como para justificar el intento.
Por otro lado están los espectadores que nada saben de esto. “Hitchock” arranca desde el primer minuto asumiendo que todos saben de qué y de quién se está hablando. Es mas, en la primera escena, Alfred rompe la cuarta pared retrocediendo en el tiempo y al escenario en donde ocurre el crimen que inspiró el libro de la película en cuestión: “si no hubiera ocurrido este crimen, no habría película”, y se retira con la música de la serie Alfred Hitchcock presenta.
Corte al estreno de “Intriga internacional” (1959).
Corte a una mañana en la cual el maestro busca inspiración para su próximo proyecto.
Así hay poca información como para que los espectadores ignotos entren en el juego de la propuesta, aunque es cierto que la estructura narrativa responde a los cánones clásicos del cine estadounidense. Hay una historia que se cuenta y el ritmo narrativo no decae merced, principalmente, a las actuaciones.
¿Pero hay buenos momentos?
Dos: La escena en la que Hitch dirige la escena de la ducha y la del estreno de “Psicosis”, con un Hopkins (Hitchcock) impagable.
Ocurrió con “Titanic” (1997) y con varias otras buenas películas que abordaron el desafío de contar una historia con todo el público sabiendo como termina. Sabemos cuando arranca “Hitchcock”, que “Psicosis” se filmó y es considerada como una de las obras maestras del cine de todos los tiempos. Lo que pasó en el medio puede resultar atrapante y divertido por conocer, pero no es lo que ocurre con esta producción.