Correcta y desabrida
Alfred Hitchcock tiene una figura particular. Por esta imposibilidad de parecérsele, tanto en rasgos como en gestos, la encarnadura que hace Hopkins en el filme de Gervasi siempre está amenazada de estar al borde de la sobreactuación. Este detalle termina atentando contra la validez misma del filme. El resto de la historia es una especie de anecdotario sobre la difícil personalidad de Hitchcock, sobre todo la relación con su esposa y colaboradora Alma Reville y los pormenores del proyecto, rodaje y estreno de su más exitosa película, “Psicosis”. Podría definirse a este biopic parcial de correcto y desabrido. Esta aproximación al extraordinario personaje que fue el cineasta londinense se hace a través del rodaje de “Psicosis”, sus enfrentamientos con los productores y los censores de Hollywood y su particular historia de amor con Alma, pero no alcanzan: el perfil del director sigue siendo la sombra que aparece en varias de sus películas. Seguramente, Gervasi se acerca más al director de “Los pájaros” cuando la cámara lo toma, sin palabra mediante, como un voyeur que hurga a sus actrices semidesnudas a través de los agujeritos hechos en las paredes de su oficina en los estudios de Paramount.