Agentes eran los de antes
¿Qué distingue a un aficionado por los videojuegos de un gamer? Dicen que los últimos son fundamentalistas, los que saben todo: por qué ese cuadro en esa habitación, el motivo de la indumentaria, la paleta de colores, dónde están los pasadizos y cómo hacer justicia sin gastar muchas balas, perder en salud o siquiera agotarse físicamente. Después están los que juegan por la sola satisfacción de hacerlo, los que cuando explican de qué van las cosas presionan “skip” y lo saltean. Los responsables de Hitman tenían cuentas pendientes con sus gamers o una ambición desmedida que los hizo llegar a la pantalla grande en 2007. En ese caso el agente sufría una traición y debía matar a cambio de dinero. Un sicario cool, de buen porte y con un código de barras tatuado en la nuca, para que la cruzada sea más épica. Las críticas no fueron las mejores, la historia original y del largometraje coincidieron en su falta de profundidad.
Este Agente 47 (Rupert Friend), Hitman versión 2015, se encuentra con una mujer que huye (Hannah Ware) pero no conoce los motivos y menos aún a sus aliados. El camino hasta encontrar al padre de Katia van Dees, quien en el transcurso del film se descubre como otro agente modificado genéticamente, encontrará resistencia en El Sindicato, cuyo villano principal será John Smith (Zachary Quinto), un duro de matar pero de elegante sport. La morbosidad a veces crece exponencialmente con el número de espectadores, por lo que aclaramos en este sentido que el protagónico principal estaba pautado para Paul Walker aunque por motivos de público conocimiento debieron encontrar un reemplazo. Ya circulan algunos GIF o montajes que abarcan desde el humor hasta el drama. Guíense por prensa más o menos amarillista, la película es mala. Muy mala. El que diga lo contrario es un impostor, nos encontramos ante uno de los peores estrenos de este año.
Están los tiros, las explosiones y las acrobacias pero dentro de lo que en el videojuego podríamos sectorizar como “niveles” pasado al lenguaje cinematográfico queda desfasado o acusa dificultades en el montaje. No era sencilla la tarea del director Aleksander Bach pero los resultados hablan por sí solos. Lo que no quita que el público que consume Hitman pueda quedar conforme: al menos en la Comic-Con de 2014 las primeras imágenes fueron celebradas por jóvenes y adultos disfrazados, quienes las asimilaron a la cultura popular. Si vemos el trasfondo comercial, el film quizás sea meramente un condimento entre los lanzamientos de un juego que ya supera las quince ediciones.
La fotografía es lo más aceptable, resaltando los escenarios imponentes de Singapur donde se desarrolla esta ¿película? Las actuaciones están a punto de convencer pero la historia atenta contra ellas y se terminan desplomando. La brutalidad parecía ser la condición necesaria para buenas secuencias de acción -así lo anticipó el tráiler-, pero tampoco alcanzó para lograr la verosimilitud como valor agregad. Para colmo, el Agente 47 muchas veces queda relegado al papel de un actor secundario dentro de la trama, sin explotar su potencial atractivo.
Lamentablemente queda abierta la puerta para una continuación, con lo que cruzamos los dedos para que eso no suceda, o para que al menos convoquen a un pelado más creíble, como puede llegar a ser Jason Statham. En Argentina, al menos, los que se tatúan códigos de barras siguen siendo los fanáticos del grupo Cielo Razzo.