Madres
Hogar (2019) es la primera ficción pura de la italiana Maura Delpero, que hasta el momento solo había incursionado en documentales que rompían con esa barrera que separa la realidad del artificio. Un convento religioso dirigido por un grupo de monjas ancianas que alberga madres adolescentes es el espacio físico elegido para plantar una historia que pone en conflicto los vínculos generacionales, sociales y religiosos entre un grupo de mujeres madres: algunas de hijos propios y otras que cumplen con ese rol por ser siervas de un dios.
Las protagonistas de Hogar son mujeres y niños, no es casual que ningún hombre aparezca en cuadro y aquellos que están pero no vemos resulten conflictivos, pero también el hogar que las alberga funciona como un protagonista más. Espacio donde transcurre casi el 99% de la historia y fiel a su género masculino se convierte también en un conflicto. Las alberga pero a cambio de qué.
El hogar que da título al film está habitado por monjas argentinas e italianas, todas mayores, y un grupo jóvenes madres que se debaten entre atender a sus hijos, con las responsabilidades que eso conlleva, o comportarse como lo que son: adolescentes. Contradicción a la que también se enfrenta la hermana Paola, interpretada por la italiana Lidiya Liberman, que se instala en el convento para terminar su noviciado y profesar sus votos en medio de dudas y temores.
La directora construye un relato coral sobre la tensión latente entre las monjas y las huéspedes pero sin olvidarse de los conflictos propios entre cada una de las integrantes y su relación tanto con lo terrenal como lo divino. La historia busca diferenciar dos realidades bien opuestas entre quienes pueden elegir y quiénes no. La hermana Paola tiene la oportunidad de tomar los votos o dejar todo. Pero ¿las adolescentes en estado de vulnerabilidad tienen la misma posibilidad?
Dentro de la historia dos chicas sobresalen del resto de las madres que forman el núcleo de la película. Fátima (Denise Carrizo), una tímida y joven embarazada cuya mejor amiga es la rebelde Luciana, interpretada por Agustina Malale, a la que la realizadora, afincada hace años en Argentina, conoció en un hogar real. La conexión que logran ambas pese a las diferencias que las separan traspasa la pantalla y atraviesa a todos los personajes.
Producida por Campo Cine de Nicolás Avruj y Diego Lerman, Hogar que por la forma de retratar el espacio nos recuerda a La mirada invisible, dirigida por éste último, es una película movilizadora, con más preguntas que respuestas, como aquellas generadas por la propia religión.