Dos mundos chocan. Una premisa propia de la ciencia ficción apocalíptica es metafóricamente adecuada para este film intimista y emotivo. El escenario es un convento que funciona como hogar para madres adolescentes. Los dos mundos en cuestión son por un lado estas adolescentes de extracción en general baja o media baja, sin lugar a donde ir y en algunos casos difíciles de manejar, y por otro lado las monjas a cargo de la institución y del cuidado de las madres y sus chicos, con la complicada tarea de acompañarlas en esa maternidad de la cual no tienen lógicamente ninguna experiencia como así tampoco la tienen del entorno del que aquellas provienen, de sus vivencias o sus códigos. En un punto es como si ambos grupos provinieran de planetas diferentes y estuvieran obligados a convivir dificultosamente por una misión en común.
En ese contexto el film se enfoca en dos de las chicas, que comparten la y una circunstancia similar pero que tienen una actitud y una personalidad bien distintas. Lu tiene una hija pequeña, no soporta su estadía en el lugar ni la disciplina de las monjas con las que siempre choca y cada tanto se fuga para encontrarse con un hombre que la maltrata, lo cual sabemos por los resultados porque estas aventuras quedan fuera de campo. Fati también tiene un hijo y además está embarazada, es una chica más tranquila y se encuentra adaptada al lugar y a las monjas con las que tiene una buena relación. A ese escenario se viene a sumar la hermana Paola, una novicia recién llegada de Italia. En Lu podemos ver el agobio que le produce ser madre a esa edad temprana, una carga y una responsabilidad que la exceden, más aún cuando los ideales y los deseos están puestos en otro lado. En Fati en cambio hay una necesidad de encontrar paz y dejar atrás ciertas cuestiones que no le sirven para seguir adelante con su vida y la de sus hijos. En la hermana Paola una necesidad genuina de ayudar y brindarse pero también una buena cuota de ingenuidad y confusión.
En determinado momento Lu vuelve a fugarse, pero esta vez por un tiempo mucho más prolongado, dejando a su hija en el convento. Ese acontecimiento divide al film en dos, si antes el relato venía por el lado del drama social y el retrato de la cotidianeidad difícil de las adolescentes, a partir de aquí toma un giro más personal e intimista donde lo que se pone en juego son los sentimientos. Se trata del deseo y el deber y como ambos a veces entran en conflicto. Está en primer plano el deseo de ser madre, su cuestionamiento, y también su presencia, a veces en el lugar equivocado o por lo menos paradójico. Porque cuando Lu se fuga y su hija queda sola, la hermana Paola se hace cargo de cuidarla y casi sin darse cuenta arma con ella un vínculo que es claramente de madre e hija, aun cuando no se lo nombre como tal, donde la religiosa se confunde y termina también confundiendo a la niña, mientras Fati y las otras monjas asisten como incómodos testigos.
Esta coproducción dirigida por la realizadora italiana Maura Delpero es una película acotada y precisa. Todo transcurre en el escenario del Convento Hogar, con pocos personajes, una puesta en escena muy cuidada y una fotografía que por momentos apela a cierto clasicismo pictórico. Aunque no hay acompañamiento musical, la música está muy presente estableciendo los espacios de ambos grupos, por un lado la cumbia a todo volumen que escuchan las chicas y por otro los coros religiosos de las monjas. Se trata a su vez de un universo absolutamente femenino. No hay hombres en toda la película, a veces se alude a ellos pero están siempre fuera de campo y su papel es de ausentes, fugados y en algún caso golpeadores. En este universo cerrado y con sus fisuras, todas estas mujeres a veces se cuidan, a veces se pelean, y sus vidas cotidianas se superponen de manera compleja. Las adolescentes tratan de sobrellevar con dificultad sus difíciles situaciones de vida y la monjas tratan de ayudarlas como pueden, muchas veces chocando violentamente con ellas. Porque lo que muestra el film de una manera cálida y empática con sus personajes es que un hogar no es algo que se pueda dar por sentado, que a veces puede estar en lugares que no eran los esperados y que encontrarlo puede ser un camino difícil y sinuoso.
HOGAR
Maternal. Italia/Argentina, 2019.
Dirección: Maura Delpero. Reparto: Denise Carrizo, Isabella Cilia, Livia Fernán, Lidiya Liberman, Marta Lubos, Agustina Malale, Renata Palminiello. Guión: Maura Delpero. Fotografía: Soledad Rodríguez. Montaje: Ilaria Fraioli, Luca Mattei. Dirección de arte : Yamila Fontán. Diseño de sonido: Vincenzo Urselli. Diseño de Producción: Inés Vera. Producción: Nicolás Avruj, Diego Lerman, Alessandro Amato, Luigi Chimienti, Marta Donzelli, Gregorio Paonessa. Producción Ejecutiva: Alessandro Amato, Nicolás Avruj. Distribuye: Santa Cine. Duración: 91 minutos.