Antes de tiempo
Hay chicos forzados a ser adultos antes de tiempo, a crecer más rápido para defenderse del mundo o hacerse cargo de realidades que no deberían ser las suyas. Dante es uno de esos chicos, zarandeado entre la niñez normal que merece y las obligaciones para conservar el bienestar de una familia que se desmorona hace tiempo fruto de un padre alcohólico, una madre frustrada y un hermano que mira para otro lado.
Obligaciones que nadie le dio conscientemente pero que igual siente suyas. La escasa felicidad de todo su entorno parece descansar en sus hombros aunque ni siquiera sepa cómo acercarse a la chica que le gusta. Es justamente ese padre y sus problemas con el alcohol uno de los ejes de su historia, un hombre que a pesar de todo Dante no puede evitar querer y preocuparse por intentar que mejore.
Sin muchos amigos a la vista, sus pocos momentos de alegría parecen estar rodeados de gente mayor, acompañando a sus abuelos y a una vecina que trata con tanto cariño como si también lo fuera, sabiendo que cumple el rol de parche sobre la ausencia de un hijo exiliado hace tiempo.
Problemas de siempre
La historia de Hojas Verdes de Otoño suena pequeña, pero su mayor fortaleza es justamente esa fuerte intimidad narrada con contundencia. El joven protagonista sale bien parado de tremenda exigencia, apuntalado por un elenco experimentado que complementa sus lógicas flaquezas de debutante cuando hace falta.
La mirada inexpresiva de Dante (Bautista Bidú) puede a veces desarmar algo de esa emotividad, pero muchas otras refleja el agobio que padece aquejado por las responsabilidades y la culpa. Es perfectamente consciente de los defectos del padre, sufre al ver cómo maltrata a su madre y se aleja de su abuelo, pero no puede deshacer el vínculo de afecto con esa persona que supo ser diferente cuando tenía sus demonios a raya.
No se rinde como hicieron los más grandes, pero esa lucha imposible es la que lo obliga a dejarse a sí mismo en segundo plano; para alguien tan puro como Dante todo el mundo viene antes, todos merecen la felicidad antes que él y es su responsabilidad actuar en consecuencia al mismo tiempo que intenta tener su propia vida, representada por su primer amor adolescente.
Visualmente a Hojas Verdes de Otoño se le notan algunas limitaciones, pero siempre se mantiene dentro del rango de la corrección incluso en lo sonoro, una rama que al cine nacional le suele costar balancear, ni hablar musicalizar. Todo gira en torno a remarcar las interpretaciones antes que en narrar desde su lado.
El eje narrativo es bien convencional y parte de lo contado también. Algunas pocas veces resulta problemático, y es cuando se desvía demasiado para añadir fragmentos de historias paralelas que aunque le dan algo más de volumen a los personajes no suelen aportarles facetas.
Que sea clásica o que no tenga grandes sorpresas no impide que sea fuertemente emotiva sin llegar a ser agobiante ni regodearse en el sufrimiento de sus personajes, conservando siempre un destello de esperanza para recordar que hasta del dolor se puede sacar algo.