Todo su desarrollo se da tras la mirada de un niño pre adolescente, que se encuentra inmerso en el mundo adulto y debe enfrentar diferentes acontecimientos de la vida. Por un lado un padre alcohólico, una madre fastidiada (con esta situación que debe vivir y además la infidelidad de su marido), su hermano alejado (vive en su mundo), sus abuelos hacen lo que pueden y también está la llegada del primer amor.
Una estructura narrativa que va por lo emoción, la melancolía, bajo un paisaje desolador casi parecido a las personas que lo habitan, el espectador puede llegar a tener alguna empatía viendo las vicisitudes que pasa Dante (Bautista Midú), creado a través de lo físico, las expresiones y ese rostro angelical. Lo acompañan las muy buenas actuaciones de Mimí Ardú y Marcelo Subiotto, además de otros actores de trayectoria, pero su ritmo es demasiado pausado, con situaciones poco creíbles, a veces el trabajar con actores sin mucha experiencia no ayuda mucho y no logra plasmar su deseo.