Otro castigo de Woody
Woody Allen ha hecho muchos films y algunos, incluso, de género, pero en todos, la marca principal es su impronta. Lo curioso es cómo en la última década, desde, pongamos, Match Point (un claro film de género), el espectro temático se amplió tanto que a menudo sus films diluyen la apuesta, y resultan un barco sin rumbo. Como en Crímenes y pecados, pero con mucha menos sustancia, en Un hombre irracional Allen explora el viejo tema del crimen y el castigo del que supo dar cátedra Fiódor Dostoievski. Abe Lucas (Joaquin Phoenix) es un profesor de filosofía con fama de bebedor, mujeriego, pendenciero y, en ocasiones, profundo depresivo (una suerte de bipolar que la estirpe psicoanalítica de Allen no concedería). Entre el flirteo con una estudiante (Emma Stone) y el titubeo de una nueva relación con una colega docente (Parker Posey), Woody, con el apoyo de grandes actuaciones, está en su salsa. Pero entonces, en un bar, Abe escucha sobre un personaje siniestro que vale la pena erradicar. Parece fácil planear el crimen, y salir impune. Pero al bifurcar la trama, la película, pese a alguna situación entretenida, pierde su atractivo.