Todo lo que siempre quiso saber de Woody Allen pero no se atrevió a preguntar aparece más o menos explicado en esta película sobre un profesor de filosofía apesadumbrado que se relaciona con a) una mujer de su edad y casada y b) una estudiante. Todos los temas de otros films (el sexo, la culpa, la fascinación por las mujeres muy jóvenes, el peso de la intelectualidad, el famoso sentido de la vida, el deseo de cometer un crimen -es quizás, siempre, el elemento más sincero de las películas del director: el deseo de solucionar un problema con la muerte de otro) están aquí como una especie de catálogo comentado por sus actores. Que tienen mucha gracia y allí, en ese juego de intérpretes donde Joaquin Phoenix se satiriza a sí mismo -y a Allen, todos los hombres de Allen son imitaciones de Allen-, la gran Emma Stone encuentra el humor hasta en la menor réplica y Parker Posey combina melancolía con fiereza, es donde la película encuentra vuelo. Lo mejor del último Woody sigue siendo Blue Jasmine, pero Hombre... no es una despreciable, incluso si es menor.