El ácido no es para cualquiera
Un militar tiene una visión luego de recibir un disparo en combate, durante la guerra de Vietnam. Bill Django (Jeff Bridges) es su nombre y entiende que a partir de ese hecho su destino es dedicarse a explorar su vida espiritual. Tras años de conocimiento interior, no exento del consumo de diversas drogas, decide brindar su experiencia al ejército. Nace el proyecto "Nueva Tierra", donde se capacitan a los soldados que tienen aptitudes sobrenaturales y se los convierte en videntes remotos o, formalmente, espías psíquicos.
Bob Wilton (Ewan McGregor) es periodista y trabaja en una nota sobre ese grupo de militares. Un desengaño amoroso lo lleva a "refugiarse" en Irak y es allí donde encuentra a Lyn Cassidy (George Clooney), mítico integrante de aquel proyecto secreto creado en plena guerra fría.
Una de las historias que Wilton recogió para su nota contaba que los miembros de "Nueva Tierra" eran capaces de matar a una cabra con sólo mirarla fijamente durante unos minutos. Cassidy decide compartir su historia con él, mientras huyen de los peligros del convulsionado Irak de principios de siglo.
Durante casi la primera hora de metraje los personajes y la historia es presentada con buen ritmo y mucho humor. La sucesión de rostros de primera línea en el universo cinematográfico ayuda a entusiasmar al espectador con la promesa de un buen filme. El relato, sin embargo, se vuelve confuso, los datos farragosos, y el elenco de primera línea comienza a abrumar. El tono es en general desopilante, y si bien no acaba siendo un fiasco absoluto, es una pena que el director no haya logrado redondear el producto que en un principio insinuó como brillante.
Hay algo de los Coen, otro poco del "M.A.S.H." de Altman, algunos momentos inspirados, pero el delirio acaba por opacar las buenas intenciones de un grupo de actores que, con Clooney a la cabeza, se prestan con desparpajo y talento al devenir de un director que mucho quiso abarcar y se quedó a mitad de camino.