Casi como si fuese una disposición de trabajo cada vez que un filme de género genera (valga la plausible redundancia) buenos dividendos en las arcas de sus productores, es necesario realizar una secuela, dos, tres, o, como esta de moda ahora, “precuelas”.
En este sentido hemos visto como muy buenas ideas originales han sido bastardeadas con el sólo propósito pecuniario, como ejemplos tendríamos “Volver al futuro” (1985) o “La momia” (1999), ambas poseedoras de dos continuaciones que no lograron ni acercarse a las bondades y efectos de sus originales.
Tampoco es ingenuo iniciar, mencionar e incluir en esta critica de “Hombres de negro 3” los filmes anteriormente mencionados.
La tercera entrega de la saga dirigido por Barry Sonnenfld tiene todos los elementos necesarios para ser incluida en esa misma lista Es verdad que por pequeños detalles, sobre todo estéticos, supera un poco en los resultados a la segunda, pues todas las sorpresas ingeniosas y humorísticas son recurrentes en esta ultima, pero ya no producen el mismo efecto en el espectador, son previsibles desde la construcción de la historia, el nuevo cuento, hasta la inclusión y desarrollo de nuevos personajes y sus inverosímiles justificaciones narrativas.
Para no dejar cabos sueltos los responsables incluyeron la vedette del momento, particularmente en lo referente a los efectos especiales, el excesivamente sobrevalorado 3D, el cual no le agrega nada y, por el contrario, termina por ser hasta molesto, ya que si no te atrapa o te interesa el cuento el efecto visual pierde importancia.
Han pasado 15 años de la original y 10 años de la segunda parte, y tal como si fuese un deja-vu, el Agente J (Will Smith) debe volver al pasado para rectificar la línea de la historia. En el presente introduce a Boris, el animal (Jemaine Clement) que luego de 40 años de estar preso en una instalación de máxima seguridad, emplazada en la luna, y como además sabemos que todo dispositivo de seguridad tiene sus fallas, se escapa y no sólo eso sabe de la posibilidad de volver al pasado para poder matar a el Agente K (Tommy Lee Jones) antes que este lo aprese. Hecho esto, el futuro, o sea el presente, tal cual lo predice el Dr. Emmett Brown en “Volver al futuro 2” (1989), se ha modificado, K ha muerto, Z el jefe no existe, y en su lugar aparece la Agente O (Emma Thompson).
J puede dar cuenta de lo sucedido y decide viajar al pasado para detener a Boris, y la situación plantea una pregunta: ¿Cómo hizo J para ser parte de los Men In Black, si quien lo recluto hace 15 años murió hace 40?
Pero estas son tonterías de lo verosímil o creíble o no. ¡Qué importancia tiene, si nadie se va a dar cuenta de ese detalle!…..
J en el pasado, más exactamente en 1969, se encuentra consigo mismo de pequeño y con K muy joven (Josh Brolin), quizás sea este el punto más alto del filme. La creación de éste personaje por su interprete es extraordinaria, no sólo desde lo gestual corporal, sino también desde la voz, es exactamente igual a Tommy Lee Jones, y no aparece en los créditos el haber sido doblado en la voz. Son correctas las actuaciones de los protagonistas y al parecer Emma Thompson decidió divertirse mucho, sin esfuerzo, sin demasiado compromiso histriónico, y que además le paguen
Es indudable que el director sabe como contar una historia, sabe dónde, cómo, cuándo y cuanto tiempo resulta necesaria una posición de cámara, un movimiento de la misma, lo cual redunda en lo efectivo de la estructura, pero todo termina siendo vacuo por el guión que no deja de ser un catalogo de lugares comunes.
En contra de todo lo expuesto seguramente la taquilla demostrará que el resultado buscado fue obtenido, el cine, el arte, la sorpresa, quedo relegada.