Cuando un amigo se va...
Abarca un divertido viaje a los años ‘60.
Había que volver sobre los Hombres de negro , después de que se los retomó una vez (la secuela, de 2002) y el resultado no había sido todo lo satisfactorio que los fans hubieran querido.
Pero el mismo director de la original y la segunda parte (Barry Sonnenfeld) volvió a la carga, y hay que decirlo: le salió mejor que lo que podía esperarse.
Es que la película no falla allí donde debe dar en el blanco: las escenas de acción con las distintas clases de extraterrestres, el humor, los efectos especiales. Y ni importa que el suspenso sea ínfimo, porque está Will Smith, que ya demostró ser capaz de hacerse cargo de llevar adelante cualquier guión, por más inverosímil que parezca.
Para los que no están familiarizados con la Agencia, los Hombres de negro son los encargados de mantener en línea, digamos, a los extraterrestres que, sí, están entre nosotros, la gran mayoría disfrazados de humanos. Como pasaba en las anteriores, ahora descubrimos qué luminarias son en verdad alienígenas -Lady Gaga, Tim Burton-, y pasado el gag, vamos a la trama. Si el Agente J (Smith) no hace un viaje al pasado para evitar que un demente extraterrestre, llamado Boris, el animal (el neozelandés Jemaine Clement), asesine al agente K (en el presente, el insufrible Tommy Lee Jones; en los años ‘60, Josh Brolin), bueno, las cosas no serían como son ahora, una invasión alienígena terminará con la Tierra y así no habría quién pagara por ver esta película en las salas 3D.
Entonces J emprende el viajecito, y allí surgen los momentos más jocosos, ya que la comunión de Smith con Brolin es sumamente efectiva, permite conocer por qué el agente K es tan caracúlico y otras cuestiones que no conviene aquí revelar.
Y Boris, que escapa de una prisión en la luna -un dato no menor es que J viaje en junio del ‘69- tiene las características de Edgar (Vincent D’Onofrio en la película original). Tiene humor, es despiadadamente horrible, le falta un brazo y cuenta como aliado a un pequeño bichito que también se las trae.
Han pasado diez años, hay nuevos personajes (la jefa de los agentes ahora es Emma Thompson) y la cosa sigue por los andariveles habituales, es cierto. No será original, pero sí por momentos muy divertida. La ironía, los guiños y sobre todo Will Smith vuelven al filme un entretenimiento placentero.