Decepcionante regreso de la icónica franquicia con un spinoff sin demasiados hallazgos.
Vi esta MIB modelo 2019 pocas horas después de haber disfrutado del (falso) documental de Martin Scorsese sobre Bob Dylan. Sobre este film disponible en Netflix escribí para otro medio con interés y pasión cinéfila. Sobre esta película tardé casi un día en encontrar algún incentivo (intelectual) para sentarme frente a la computadora. Perdonen esta deriva personal, pero Hombres de Negro: Internacional es el tipo de productos que definen (para mal) a una parte significativa de la oferta de los grandes estudios: secuelas, precuelas o spinoffs de sagas de larga data que, vistos los resultados de estas operaciones de reciclaje, bien merecerían haber terminado donde habían quedado.
Se sabe que es más fácil trabajar sobre franquicias que ya han tenido aceptación popular que construir una nueva. Por eso, la tentación de dar el manotazo a “conceptos” como el de Hombres de Negro está siempre ahí, latente. En este caso, ya no son “hombres” porque estos tiempos imponían una actualización, como la de incorporar como protagonista a una mujer (la agente M que interpreta la ascendente Tessa Thompson, vista en la saga de Creed y en algunas películas de Marvel en el papel de Valquiria). Algo similar al regreso de Los Cazafantasmas.
Si bien en un principio son el agente High T (Liam Neeson) y el agente H (Chris Hemsworth) quienes encabezan la película con una escena de acción ambientada en París (en la Torre Eiffel, obvio), luego será el actor de Thor quien se reúna con Thompson para una pareja-despareja mixta. Que no haya demasiada química entre ambos es el menor de los problemas de este film ya no atado a fórmulas (aquí hay bastante de James Bond con un tour que, además de París, incluye locaciones en Londres o Marruecos) sino directamente mecánica y rutinaria. Los chistes no dan gracia, las vueltas de tuerca no sorprenden, los alienígenas no dan miedo ni entretienen (ni siquiera uno “simpático” llamado Pawny con la voz de Kumail Nanjiani)...
El galán australiano Hemsworth, quien venía mejorando mucho sobre todo en su veta humorística, no tiene aquí demasiadas posibilidades de lucimiento. Y lo de figuras de renombre como Neeson, Rebecca Ferguson o Emma Thompson está directamente al borde del patetismo: la nada misma. Así, la película de F. Gary Gray (responsable de títulos bastante más logrados como La estafa maestra, Straight Outta Compton e incluso Rápidos y furiosos 8) extraña los momentos de gracia, la fluidez y el desenfado de las entregas anteriores de Barry Sonnenfeld. Will Smith y Tommy Lee Jones vuelvan, los perdonamos.