Estos nuevos Men In Black tiene mucho más entusiasmo, así que se trata de un humor más blanco, menos irónico y, en cierto sentido también, menos profundo.
La serie “Hombres de negro” siempre fue algo un poco aparte en el cine de franquicias millonarias. Comedias de aventuras con elementos totalmente surrealistas justificados por el hecho de que, bueno, en la Tierra refugiamos extraterrestres, colocaba el norte en la simpatía y la relación humana –muy humana– entre los personajes.
Las tres anteriores, las que colocaron a Will Smith en el mapa estelar de Hollywood, las hizo Barry Sonnenfeld y eran en gran medida un canto de amor a una ciudad –Nueva York– y su entorno multicultural.
Empezar de nuevo implica ir hacia otra parte, y aunque aquí tenemos una trama que toma préstamos de aventuras anteriores, hay novedades. El enemigo es interno (un infiltrado), los héroes son hombre y mujer (la pareja Hemsworth-Thompson, que ya mostró gran química en Thor-Ragnarok) y hay más acción que humor.
¿Por qué? Porque no hay un personaje como el de Tommy Lee Jones, que combatía aliens como un empleado de correos que ponía sellos, adusto y aburrido aunque siempre moralmente justo. Estos nuevos Men In Black tiene mucho más entusiasmo, así que se trata de un humor más blanco, menos irónico y, en cierto sentido también, menos profundo. Pero el espectáculo está ahí y vale la pena: estamos viendo el nacimiento de una (potencial) gran pareja cómica mixta de las que el cine ha visto poquísimo.
Ah, sí: no se eluden referencias como que Hemsworth use un martillo, porque no hay película de Hollywood que no nos tome por tontos al menos en un plano.