Rebelión en la fábrica
Rebelde con pascuas (Hop) es una mezcla de personajes animados y personajes reales. Su director Tim Hill, quien viene incursionando en los programas animados televisivos como Bob Esponja, entre los más conocidos, presenta en esta oportunidad una historia entretenida y bastante efectiva en sus objetivos básicos, sobre todo teniendo en cuenta que es una historia para niños muy pequeños.
E.B. (Easter Bunny) es el hijo del conejo de pascuas, y heredero de la tradición que su padre quiere delegarle. Pero E.B. tiene otros planes, quiere ser baterista de rock, y se escapa al mundo de los humanos para hacer carrera. Allí conocerá a Fred, un joven humano, quien padece el síndrome de Peter Pan, negándose a establecerse en un trabajo mediocre pero seguro.
La historia entre ambos comienza cuando Fred arrolla accidentalmente a E.B. con su auto y decide llevárselo a vivir con él. A partir de ese momento, su vida se trastoca dando lugar a un sinfin de disparates y situaciones alocadas.
Entre los puntos débiles del film quizás el más problemático sea el doblaje tanto de los personajes animados como el de los reales. Es sabido que en los productos de animación el ítem de las voces es un asunto decisivo a la hora de producir un impacto cómico y pregnante en los espectadores (recuérdense Cars, The Incredibles entre los grandes hallazgos de doblaje en los últimos tiempos).
En el caso de Rebelde… el doblaje neutraliza muchos de los momentos potencialmente graciosos del film. Téngase en cuenta que en la versión sonora original las voces de los personajes animados han sido grabadas por celebridades destacadas como Hugh Laurie (Doctor House) y Hank Azaria (creador de varias voces en The Simpsons).
En segundo lugar, considero antipática la confrontación entre Carlos, líder de los pollitos obreros y el papá conejo de pascuas, presidente y dueño de la empresa. La caracterización de Carlos, como un capataz sin escrúpulos que se arroga el liderazgo de unos pollitos completamente manipulables sin capacidad de decisión, caricaturiza de forma desagradable los conflictos entre los sindicatos de los trabajadores y los oligopolios económicos.