Conejo sin sorpresas
Oportuna, así es al menos Hop: rebelde sin pascua , que se estrena en épocas de conejos de chocolate. La película, del mismo director de Alvin y las ardillas , usa una fórmula similar: animaciones que conviven en la pantalla con actores de carne y hueso. Y otra receta similar: animalitos tiernos cantando temas de la radio.
En este caso, el animado es E.B., el hijo del conejo de Pascua, que vive, justamente, en la isla de Pascua. Su destino es relevar a su padre en la dirección de la fábrica de huevos y en la entrega a tiempo a todos los chicos del mundo. Pero su deseo es tocar la batería y por eso escapa rumbo a Holly-?wood, donde conoce a Fred, ?un joven que está en una situación similar, la de complacer a su padre y demostrarle que es bueno para algo. El conejo es todo un pícaro seductor, mientras que el hombre es un quedado importante.
La película juega con el reflejo de dos historias, la del hijo pródigo que no puede ganar la aceptación paterna. El filme se defiende con una banda sonora que repasa canciones pop reinterpretadas por el conejo (desde We no speak americano hasta I want candy ), toques de humor para adultos (el conejito busca asilo en la mansión Playboy “porque ahí se alojan conejitas”) y personajes secundarios. Uno es David Hasselhoff, como el jurado de un reality que es también cazatalentos y descubre las habilidades percutivas del peluche; el otro es un pollito obeso y malvado que intenta sabotear a los conejos y quedarse con el reparto de los huevos.
A pesar de eso, Hop: rebelde sin causa es un conejo que viene sin sorpresas. El molde de musical animado repite el de Alvin y las ardillas (quizá quien disfrutó de esa película también lo hará con esta, los demás, ya saben) con actores que usan sus expresiones como si fueran figuras de animación, y figuras de animación que pierden gracia de tan humanizadas. Y el doblaje no ayuda. El panorama de películas para chicos viene competitivo y ofrece historias de calidad. En ese contexto, más importante que la perfección técnica es el arte y el guión. En ese sentido, esta historia queda muy atrás y, como un huevo de Pascua, aunque tenga colores y haga ruido, está destinada a desaparecer apenas se abre el envoltorio... o a convertirse en menú televisivo de ?varias pascuas más.