Nardo (el siempre sólido Manuel Vicente) es el encargado de un garage porteño cuya vida no parece ir más allá sus rutinas laborales: el té por la mañana, el intercambio de unas pocas palabras con los clientes, la limpieza de los coches, la obsesión por que queden milimétricamente estacionados. Pero por las noches, cuando queda solo, este parco cincuentón da rienda suelta a algunas "fantasías" como no sólo husmear en el contenido de los autos, sino también sentarse al volante y practicar coleadas en el medio del garage (y con música electrónica a todo volumen).