El cine basado en hechos reales ha sabido conseguir hitos en los que los espectadores pudieron verse reflejados en historias inspiradoras y necesarias para conocer el pasado.
Los Estudios Disney han sido uno de los que más ha aprovechado este tipo de cine y además, con la corrección política que les impregna, pudo superar algunos puntos que quizás en producciones más transgresoras no hubiesen permitido profundizar en aquello que narran.
Pero que en el siglo XXI películas como “Horas Contadas” (USA, 2015) se sigan presentando con una impronta tan blanca y superficial, tan fría y lejana, es un grave retroceso en la producción fílmica.
“Horas Contadas” del otrora innovador Craig Gillespie (“Lars y la chica real”, “Cuestión de Pelotas”), y escrita por Scott Silver, Eric Johnson y Paul Tamasy, basada en el libro homónimo escrito por Casey Sherman y Michael J. Tougias, hay un sabor a ya visto, ya consumido, tan rancio como la misma ideología pro america que destila cada una de las escenas del filme.
La película está centrada en la figura de dos capitanes con diferente suerte, por un lado el estructurado y tímido Bernard (Chris Pine) y por el otro el aguerrido Ray (Cassey Affleck), quienes por un suceso fortuito, el posible hundimiento de la nave del último, deberán aunar esfuerzos para poder llegar al puerto con toda la tripulación de ambos barcos en condiciones.
Tras recibir un pedido de auxilio, Bernard es enviado en un pequeño bote de patrulla a contactar a Ray y ver si lo pueden rescatar. Siguiendo al pie de la letra los protocolos, Bernard deberá decidir, en el momento de comenzar el rescate, si continúa con su vida gris, bucólica, o, si debe conducir sus días hacia un nuevo horizonte donde la rebeldía y la transgresión lo pueden constituir de otra manera.
La corrección con la que la dirección trabaja este punto, al igual que la idea que se debate en el filme entre el “deber ser, y el ser” es aquello que impide el disfrute de un filme que más allá de este punto, y de contar con un logrado trabajo de efectos especiales, impide que la historia de amor que subyace al rescate pueda ser tenida en cuenta.
Si el momento que Bernard estuvo a punto de rechazar la propuesta de matrimonio que su prometida Miriam (Hollyday Grainger –la Lucrecia Borgia de la serie “Los Borgia”) es incorporado al filme para reflejar la apática personalidad del protagonista, la incongruencia de la actuación de Pine, que nunca puede superar la simpleza de un relato antiguo con una caracterización casi infantil, termina por echar tierra en una propuesta que atrasa, al menos, cuarenta años.
“Horas contadas” posee buenos efectos visuales y un logrado trabajo de sonido, que permiten la inmersión en el tiempo y espacio del rescate. Pero cuando la psicología de los personajes, la emoción ante las situaciones, y, principalmente, la empatía con los protagonistas debe surgir, nada sucede, por lo que la increíble facturación se evapora ante inevitables preguntas que comienzan a plantearse ante el débil guión.
Los secundarios que rodean al equipo central son desaprovechados, así, las interpretaciones precisas de John Ortiz, John Magaro, Eric Bana y Josh Stewart, pasan desapercibidas ante la solemnidad de una propuesta que no puede superar su corrección política y su lavada fachada. Fallida.