Pregunta sin respuesta: ¿se habría estrenado Horas desesperadas en la Argentina si Paul Walker no hubiera muerto? Es una clase de película que por su argumento y por su realización parece destinada más al circuito televisivo que a las salas de cine. No se trata de un veredicto sobre su calidad dramática sino sólo la constatación de que en algunos rubros técnicos y artísticos está en el límite inferior de lo aceptable. Sin embargo, es una película interesante por el modo en que reduce una gran tragedia a la escala de un solo hombre.
El día en que se desata la furia del huracán Katrina, Nolan Hayes sufre la pérdida de su esposa Abby, quien muere a dar a luz a su hijita en un hospital de Nueva Orleans. La bebé nace prematura por lo que es necesario asistirla hasta que aprenda a respirar por sí misma. La suma de calamidades no termina ahí para Nolan, pero no hace falta contarla en detalle, basta con saber que en determinado momento se queda solo en el hospital, cuidando el aparato que mantiene viva a su hijita. En ese punto, la historia se convierte en una especie de apocalipsis individual en el cual el sentido de la vida se impone al instinto de supervivencia.
Podría decirse que el proceso de ser padre es inverso al de ser madre: se interioriza un niño que está afuera. En eso consiste parte del misterio de la paternidad, y tanto la actuación de Paul Walker como sus peripecias reproducen de un modo extremo y delicado a la vez esa extraña apropiación. El contraste entre la exigencia física que implica mantenerse alerta, luchando contra múltiples adversidades, y los conmovedores intentos de comunicación con la recién nacida prueban que el actor tenía una más que potencial reserva de talento interpretativo.
En términos dramáticos, Horas desesperadas es una película tensa y emocionante, y lo sería mucho más si no traicionara su premisa de máxima concentración narrativa en dos direcciones: la sentimental (al incluir flashbacks que muestran los recuerdos que Nolan tiene de su esposa) y la argumental (al añadir una escena de violencia innecesaria que es como un eclipse ideológico en la humanidad del relato).