Horas desesperadas es un film interesante para analizar, porque si se estudia por separado los elementos que lo componen (como cualquier película) tales como la dirección, puesta en escena, actuaciones, música, etcétera, el saldo es positivo. Ahora bien, el conjunto no es bueno y, lamentablemente, eso es lo que importa.
Su principal problema es que plantea una durísima historia dentro de un contexto trágico real (el huracán Katrina) pero con una verosimilitud más que objetable.
El personaje principal (y único) tiene que girar una manivela cada tres minutos para darle energía a la incubadora de su hija recién nacida. Toda la tensión se encuentra ahí, en cómo se la ingenia el padre para mantener viva a la bebé y como las horas pasan sin recibir ayuda y cada vez con más complicaciones.
El problema de esa premisa es que esos tres minutos no son creíbles porque en tiempo real a veces duran cinco o dos, dependiendo de la escena. Algo que le resta bastante.
Lo que el director y guionista Eric Heisserer apela en su ópera prima en todo momento es a desesperar al espectador, y está bien que así lo sea, pero no lo logra. Aunque está todo bien filmado y editado.
La tensión apenas se consigue por momentos y la película se convierte en “pispiar” el reloj para ver cuándo ocurre el final que todos imaginamos.
Pese a ello, Paul Walker carga muy bien su primera película póstuma sobre su espalda con una gran labor. Pero lamentablemente no es suficiente para salvar a la película como para poder recomendarla.