En abril de 2010, una de las plataformas marinas petroleras más grandes del mundo, la Deepwater Horizon se hundía en el Golfo de México tras el fatídico accidente provocado durante una perforación; dejando como consecuencia una tragedia que no solo involucró a quienes la habitaban, sino a toda la zona con el derrame de material más grande conocido hasta el día de la fecha.
Hollywood es un enamorado de la famosa placa “Basada en hechos reales”, y cuantas más fibras emocionales pueda mover la misma, mejor.
La nueva película de Peter Berg (Hancock) como lo adelanta su título, toma los hechos “verídicos” del incidente, y transita todos los lugares comunes de este tipo de films. Desde el cine catástrofe, el drama humano, la denuncia, hasta el empoderado patriótico.
La estructura es clásica, sigue a Mike Williams (Mark Whalberg), jefe de mantenimiento, quien primero advierte e intenta poner en alerta sobre lo que puede llegar a ocurrir. Del otro lado, la contrafigura está representada por Donald Vidrine (un John Malkovich con esa cara de desprecio tan suya), el vocero de la empresa petrolera.
Hay un antes y un después para que el efecto sea más duro, o más emocionante si así lo queremos ver. La introducción de los personajes es extensa y permite que conozcamos sus pareceres y formas a fondo. Luego sí, el accidente catastrófico, y la supervivencia.
El entramado es correcto y el asunto tiene sustancia como para atraparnos a verlo. El guion creado por Matthew Michael Carnahan en base a artículos periodísticos, contiene la información necesaria y le agrega lo necesario para que sea una historia con cierta intriga y sentimiento más allá de ya conocer el destino de antemano.
Sin ser un artesano de la materia Berg suele poner siempre la balanza del lado de los personajes, remarcándolos, poniendo el foco de la lente sobre ellos; y es ahí cuando Horizonte Profundo pareciera ganar el juego; en una suerte de similitud a lo que fue el Armageddon de Michael Bay.
El acento está puesto parcialmente en la dualidad de clases, algo estereotipada, pero afín a su planteo. Una marcación fuerte de los obreros, trabajadores, a cargo de Whalberg y Kurt Russell, como gente de bien, víctimas de un sistema voraz; y de la otra vereda un empresariado depredador e insensible.
Pero Peter Berg es el de Battleship y el de Lone Survivor; y por más que aquí quieran disimularlo, termina siendo inevitable. El director de Malos Pensamientos parece haberse olvidado de la negritud e ironía de aquella película que lo puso en el lente como un director al que había que prestarle atención (luego de un paso por la actuación recordado por su protagónico en Shocker de Wes Craven). Ahora, los buenos son buenos buenos; y los malos son malos malos. El empresariado podrá ser maquiavélico (repetimos, el rostro de Malkovich es ideal para esto, siempre con el ceño fruncido como pensando en una próxima treta), pero no tiene bandera, porque la bandera no se mancha; o sí, pero en un sentido alegórico y por demás obvio.
Pareciera ser imposible que Hollywood trate el cine catástrofe sin mostrarle al mundo cuánto se aman a sí mismos, y lo bueno que son como país y ciudadanía. Horizonte Profundo permanentemente huele a esto, pero cada vez que decide resaltarlo aún más, es capaz de hacernos olvidar la interesante construcción que venía realizando.
Mark Whalberg posee el suficiente aplomo y carisma para comprarnos y cargarse la historia al hombro por más que intenta ser algo más coral. Los secundarios lo acompañan de un modo correcto en un casting en el que cada uno tiene el rol tanto esperado como merecido. Por tercera vez, Malkovich nació para hacer estos papeles en los que se hace odiar en buena ley.
Horizonte Profundo es un entretenimiento válido, tiene explosiones, vértigo y un ritmo vibrante. Una historia que se sigue con interés, personajes que importan, y una postura con la que se puede estar de acuerdo. Pero todos esos asuntos positivos decaen cuando tienen que recordarnos una y otra vez que el mejor país para vivir es ese, el que firmó las autorizaciones para instalar una base petrolera de por más insegura. En definitiva, habrá que esperar – dentro de muy pocos meses – que nos depara la tercera intervención Berg-Whalberg, intitulada, Patriots Day, y sí.