Hortensia

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

Aprender a soltar

La protagonista, Hortensia, es una chica sensible y solitaria, algo introvertida. Y es, también, una hermana lejana de Amelie y de algunos personajes de Wes Anderson. Esta comedia deadpan y absurda de la dupla Diego Lublinsky y Alvaro Urtizberea trabaja a pura estética visual y dialéctica (los diálogos son toda una construcción en sí misma, más que el diseño de arte vintage) el drama habitual sobre aquellos niños eternos que deben soltar las manos de sus padres y crecer. Pero también, utiliza toda una serie de cruces y referencias más como una brújula que como un freno a su propia creatividad e imaginación. Si Amelie era una fronteriza a toda prueba, Hortensia es una chica que se aferra a algo pero eso no le impide tomar decisiones y transitar un camino de búsquedas y equivocaciones.

El viaje de Hortensia es, en definitiva, uno más convencional de lo que la apariencia del film indicaría. Pero como dicen, lo que importa es más el viaje que el destino, entonces Lublinsky y Urtizberea se divierten con un universo lunático, repleto de situaciones que descolocan la construcción más tradicional del cine narrativo. En ese juego entran también las actuaciones, y ahí están algunos de los desacoples de la película: hay decididamente una marcación hacia la parquedad. Y en esa fricción entre lo verbal (eléctrico) y lo físico (apagado), deudor un poco del cine de Aki Kaurismaki -al que se homenajea explícitamente en los últimos bellos planos del film-, el que mejor sale parado es David “Toto” Szechtman, con su rubio zapatero que sabe colocar sus líneas de diálogo en ese espacio abstracto donde una simple frase como “pero yo quería café” se convierte en una humorada notable.

Hortensia es, a veces, más apuesta que propuesta: los primeros minutos están ganados más por la selección de planos novedosos y la dirección de arte, y cuesta bastante ingresar en su propuesta. Sin embargo, a medida que avanzan los minutos y especialmente hacia el final, cuando la travesía de la protagonista se siente más emocional que cerebral, acomoda sus piezas y consigue una energía liberadora tanto para el personaje como para la propia película. Y así como ella logra soltar la mano del fantasma de su padre, el film toma distancia de las referencias y construye algo sumamente original. Una comedia realmente novedosa para un cine argentino que parece, en el humor, estar tomado por un mediocre costumbrismo televisivo.