Nuestra redactora Ayi Turzi le tiene una fobia muy particular a los spoilers: fue a ver Hotel de criminales sin tener la mínima idea de nada porque evita a más no poder trailers, teasers o imágenes filtradas. A veces se clava un bodriazo y a veces sale gratamente sorprendida. La película protagonizada por Jodie Foster y dirigida por el debutante Drew Pearce pertenece, por suerte, al segundo grupo.
La propuesta parte de una premisa cuanto menos absurda: un hotel, con un enorme cartel de neón, en medio de una Ciudad de Los Ángeles entre futurista y apocalíptica, alberga criminales heridos. Claro que la ciudad está plagada de delincuentes y el mayor poder no lo ejerce el orden público, sino El Rey Lobo (Jeff Goldblung), el malo más malo a quien todos temen. La noche se desarrolla dentro de los parámetros de normalidad habituales: la enfermera (Jodie Foster) recibe y atiende heridos que no podrían concurrir a un hospital convencional porque serían detenidos, ayudada por Everest (Dave Bautista). El primer
problema se desata cuando es la misma enfermera, defensora acérrima de las reglas del local que regentea, quien acepta atender a una policía, violando una de las normas principales y generando una primer fisura entre sus huéspedes: ningún hotel para criminales puede ser considerado seguro en esas condiciones.
Mientras tanto, y hasta que se produce la llegada de Rey Lobo mismo, otras tramas se van desarrollando entre el resto de los visitantes, que son denominados con el nombre de la habitación donde se hospedan: Niza (Sofia Boutella), una despiadada asesina infiltrada cuya misión es eliminar a otro de los huéspedes, Acapulco (Charlie Day) el traficante insufrible que no ve la hora de irse y los hermanos Waikiki y Honolulu (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry), a quienes vemos en la escena inicial en un robo fallido a un banco.
La principal fortaleza de la película es su originalidad y el modo en que trata la premisa sin que se convierta en “una bizarreada clase B”. Se plantea a si misma como una película de acción y sabe mantenerse en ese camino.
Sí tiene cosas criticables, por supuesto. Al principio nos da la sensación que tarda en comenzar, nos abre algunas tramas o temáticas que o no son profundizadas o no aportan al conflicto general (entonces mejor obviarlas, ¿no es cierto?), y, si estamos
acostumbrados al cine de Tarantino, podemos sentir que el final no explota lo suficiente.
La otra gran virtud es el personaje protagónico. Una mujer que encuentra fortaleza en sus más grandes debilidades y se debe al prójimo sin cuestionarlo se distancia de las heroínas clásicas, cargándose la película al hombro y metiéndose al espectador en el bolsillo. Y qué lindo es verla de nuevo a Jodie Foster. Inoxidable.
Con un desarrollo que puede ser cuestionado si la pensás mucho, secuencias de acción que sin ser originales tienen la fuerza necesaria para atraparte y una identidad visual que nos remite a muchas cosas sin remitirnos a ninguna en particular, Hotel de criminales se convierte en una excelente propuesta de entretenimiento. Vayan al cine sin expectativas y ámenla.