En Los Angeles, hacia el año 2028, todo es un verdadero desastre. Hay un alto nivel de inseguridad y las calles arden con disturbios sociales. En ese contexto, una avejentada Jodie Foster regentea el Hotel Artemis, una versión sofisticada y futurista del típico aguantadero para delincuentes, que aquí deben respetar algunas reglas básicas para poder atravesar las rejas de alta seguridad y ser protegidos. No sólo de la ley que los busca afuera, sino también de sus heridas, de las que se ocupa la misma Foster.
La premisa es atractiva en un principio, pero pronto queda claro que el argumento no es tan interesante como la ambientación distópica. Hay una serie de lugares comunes del género noir entralazados de un modo poco original, incluyendo una mujer fatal entre los huéspedes y un criminal que se quedó con un botín más valioso de lo que suponía, y por lo tanto demasiado buscado por su dueño original. El arte tiene sus momentos de interés pero al final. como la acción transcurre casi íntegramente dentro de los pasillos del hotel, la película se vuelve demasiado claustrofóbica y visualmente monótona.