Los Angeles, en 2028, está en guerra por el agua. Motines en toda la ciudad, el ejército en la calle, el toque de queda por la noche, drones que disparan a objetivos potenciales. Paralelamente cierto tipo de delitos se desarrollan en sus formas más básicas en medio de una cultura con una tecnología hiperdesarrollada y grandes capos que dominan los negocios más rentables. En medio de ese caos existe el hotel Artemis, un búnker al que llegan los delincuentes a curar sus heridas previo pago de una membresía y el cumplimiento de unas pocas reglas estrictas.
El lugar es dirigido por una mujer a la que se la conoce sólo como la enfermera, interpretada por Jodie Foster, y sus clientes toman el nombre de la suite que ocuparán. Todo funciona perfecto hasta que alguien rompe la regla más importante y se termina de complicar cuando uno de los pacientes descubre que le acaba de robar un botín millonario al capo mafioso, justamente internado allí, mientras una huésped tiene planes que nadie sospecha.
El filme es una distopía que rinde tributo a algunos clásicos. Aunque bien resuelta, el trabajo pierde impulso cuando las subtramas adquieren más relevancia que la historia de esa enfermera con más de un secreto que guardar.