Recuerdos de China
Compleja y convulsionada, la historia de China posterior a la revolución comunista de 1949 está llena de sucesos apasionantes que son material inmejorable para el cine. Nacido en Uruguay e instalado en Buenos Aires desde mediados de los 90, Pablo Doudchitzky vivió algunos años de su infancia en Pekín durante la etapa previa a la polémica Revolución Cultural, que terminó marginando a su padre, un comunista expulsado de la UBA y obligado a dejar el país por el peronismo, del trabajo educativo universitario en el que se había comprometido para colaborar con el régimen cuando Mao Tse-tung lideraba con mano de hierro el destino del gigante asiático.
Cincuenta años después de aquella singular aventura en la que su familia, igual que muchas otras de militantes de izquierda latinoamericanos, se embarcó sin mezquindades ni cálculos sensatos de posibles consecuencias indeseadas, Doudchitzky regresa para reconstruir fragmentos de una experiencia inolvidable. Lo hace apoyándose en sus recuerdos y los de su hermano Yuri, sumados a los datos aportados en las memorias que su padre terminó escribiendo gracias a la insistencia de sus hijos y a los valiosos testimonios de algunos de sus viejos amigos chinos.
El resultado es un documental simple pero elocuente que, incorporando también recargados materiales de propaganda maoísta, revela la rigidez de un sistema impuesto en base a la represión, el autoritarismo y las arbitrariedades de una burocracia hipócrita y desenfrenada. La relación de la familia del director con el comunismo había arrancado mucho antes, en la Rusia de la revolución bolchevique. En poco más de una hora, Doudchitzky logra sintetizar, a través de esa atrapante saga familiar, una porción importante de la historia política contemporánea con precisión e inteligencia. En el respetuoso reencuentro con los veteranos que conocieron a su padre durante aquella exótica estadía, la película desnuda su perfil humanista sin entregarse a las coartadas emotivas. Un film noble, austero y muy estimulante.