El último cine de género nacional ha intentado emular fórmulas consagradas, repitiendo esquemas y, en algunos casos, buscando la zona de confort para ofrecer un entretenimiento obvio y predecible.
En esta oportunidad, la historia de dos accidentales huéspedes en un hotel, en medio de una noche de tormenta, y con una anfitriona bastante particular, sirve para trazar un paralelo con hechos del pasado que acontecieron en el lugar con anterioridad.
La factura técnica y visual, como así también las actuaciones y resoluciones de escenas, no pueden sostener un relato que se desinfla a los minutos de haberse iniciado. Ximena Fassi se destaca, como siempre, dotando de verosímil su papel, pero en medio de tantos desaciertos, tampoco puede hacer mucho más.