Hotel infierno, de Marcos Palmieri Por Marcela Barbaro Luego de su paso por el Festival Buenos Aires Rojo Sangre (2016), y el Mórbido Film Fest (México), llega al circuito comercial Hotel infierno, ópera prima de Marcos Palmieri, tras un arduo esfuerzo de producción independiente. La película comienza con la una pareja que se traslada en auto en medio de una tormenta. Desorientados y con poca nafta, buscan refugio en un hotel en medio de la ruta. Allí, los recibe una extraña mujer ultra religiosa llamada Remedios (bien interpretada por María Alejandra Figueroa) que les brinda alojamiento. En el lugar viven dos adolescentes mellizos y su esposo, un jardinero encargado del mantenimiento. Paralelamente, los mellizos, que fueron adoptados al nacer, indagan sobre el pasado de sus padres en una sesión de espiritismo al que se suman un matrimonio que también llegan al lugar. Las sesiones irán revelando el destino trágico de sus padres dentro del hotel. El desafío será tratar de escapar. Filmada en la localidad de Burzaco, provincia de Buenos Aires, la mayor parte de la película se rueda en los interiores del hotel. La locación era una casona de fin de semana que usaba el por entonces presidente Julio Argentino Roca, y que en la actualidad es propiedad del Municipio. De estilo inglés, con ventanas de vitraux, pisos moriscos y escaleras de madera, el hotel funciona como un protagonista más de la película. La estética del lugar le aporta a las escenas un aura de misterio que favorece la historia y el clima opresivo que se genera por momentos. El miedo como amenaza está adentro, en ese interior donde convive la vida y la muerte, al igual que en el cuerpo de Remedios. Hotel infierno recurre a la mayoría de los tópicos y clisés del cine de suspenso-terror, principalmente en el uso de la banda sonora y el montaje, para desarrollar un relato que presenta dificultades resolutivas. Hay un exceso de recursos estilísticos y de acciones que le juegan en contra a la hora de definir los nudos de la trama. Si bien el realizador logra un giro interesante hacia el final, las actuaciones algo forzadas le restan la fluidez necesaria que requiere toda película de género. HOTEL INFIERNO Hotel infierno. Argentina, 2015. Director y guion: Marcos Palmieri. Intérpretes: Ximena Fassi, Laura Angrisani, Martín Benedettelli, Melisa Fernández, Lucía Guzman, Julio Luparello, Diego Sampayo, Laura Pezzi. Fotografía: Lucia Sokolsky Vazquez. Duración: 85 minutos.
Siempre es bienvenido el cine de género argentino. Y en esta caso el de terror. Escrita y dirigida por Marcos Palmieri tiene aciertos para remarcar. Una es su actriz protagónica, que luce intensa y temible: María Alejandra Figueroa, que esta perfecta en su personaje. La otra es la historia, con convicciones religiosas torcidas, convocatorias de espíritus benévolos para ayudar a los chicos de la historia, profundización de horrores con toques decididamente “slasher”. Además de buenas resoluciones a pesar del bajo presupuesto. Y de la elección de una muy buena locación. Las objeciones vienen del desarrollo del guión que cae en reiteraciones innecesarias, diálogos repetidos, situaciones ya vistas. Una buena pulida al material hubiese avanzado en la calidad del film, en las sorpresas que son buenas, y en el enganche con el plano real. El film tiene todos los condimentos para los amantes del género.
El último cine de género nacional ha intentado emular fórmulas consagradas, repitiendo esquemas y, en algunos casos, buscando la zona de confort para ofrecer un entretenimiento obvio y predecible. En esta oportunidad, la historia de dos accidentales huéspedes en un hotel, en medio de una noche de tormenta, y con una anfitriona bastante particular, sirve para trazar un paralelo con hechos del pasado que acontecieron en el lugar con anterioridad. La factura técnica y visual, como así también las actuaciones y resoluciones de escenas, no pueden sostener un relato que se desinfla a los minutos de haberse iniciado. Ximena Fassi se destaca, como siempre, dotando de verosímil su papel, pero en medio de tantos desaciertos, tampoco puede hacer mucho más.
Los visitantes Otra de las películas de la Competencia Iberoamericana que tuvo su estreno en el 16 Buenos Aires Rojo Sangre , Hotel infierno (2015) es la ópera prima de Marcos Palmeri, una película que llega a los espectadores luego de muchos sacrificios y tres años de realización. Todo comienza cuando una pareja se pierde con su auto en medio de la tormenta y busca refugio en un antiguo hotel alejando de todo. Su dueña llamada Remedios (interpretada por una intensísima María Alejandra Figueroa) los acoge en la posada que atiende junto a sus dos hijos mellizos, un varón y una jovencita que buscan averiguar la verdad sobre su fallecido padre, algo que su madre se niega a charlar. Un extraño jardinero completa el staff del lugar. Cuando un hombre y una mujer se hospedan en el hotel, la ultra-religiosa Remedios comienza a actuar más extraño que de costumbre, al mismo tiempo que sus hijos comienzan a intentar contactar a su difunto padre utilizando un extraño libro que encontraron en el sótano. Es justamente el propio hotel uno de los puntos a favor más vistosos de la producción, se lo percibe como un personaje más gracias a su arquitectura y al logrado diseño de arte. Se siente como una estrucutura de muchos años cargada de secretos y misterios. En Hotel infierno todo se apoya en el clima opresivo y ominoso sobre el cual se desarrolla el relato. Conforme avanza la trama conocemos más y más sobre el oscuro pasado del lugar y sus dueños, pero llegamos a un punto en que las acciones parecen acumularse sin ningún otro objetivo que llevarnos hasta el inexorable deselance, y es a través de este trayecto donde ciertos puntos argumentales se sienten forzados y no tan pulidos. El final de todas formas se guarda una sorpresa más para el espectador atento que no dejó pasar por alto los detalles.
Estrenada durante el Festival Buenos Aires Rojo Sangre 2016, "Hotel Infierno", ópera prima de Marcos Palmieri, es una apuesta al suspenso y la intriga desde la base. Un hotel, una anfitriona, un casero, los huéspedes, y un lugar apartado del que no se podrá huir. "Hotel Infierno" maneja los elementos clásicos del género transformándose en su mejor arma. Un matrimonio, Federico y Vanesa (Martín Benedettelli y Ximena Fassi) llegan a un hotel alejado en búsqueda de la típica ayuda tras quedarse varados. La dueña es Remedios (María Alejandra Figueroa) que de antemano les da una mala noticia, no hay teléfonos ni señal, y deberán esperar hasta pasado mañana para poder irse. Hay algo extraño, Vanesa lo intuye desde las cartas del tarot, y Remedios parece tener un don que le permite vislumbrar un embarazo antes de que se note a la vista. Este hecho, que en un primer momento parece que guiará toda la historia, será sólo un inicio de la historia principal. Remedios y Jacinto (Julio Luparello), el casero, viven en ese hotel junto a los hijos de la mujer, Lucila y Francisco (Lucía Guzman y Martín Pereyra). Dos nuevos huéspedes llegan al lugar, Esteban y Teresa (Diego Sampayo y Melissa), y será ahí cuando el nudo principal sea desatado. Remedios y Jacinto los reconocen como huéspedes anteriores durante un suceso trascendental en la historia del lugar. Esteban y Teresa dicen venir por primera vez, pero en verdad ocultan un plan secreto. Mientras tanto, Lucila y Francisco planean una sesión de espiritismo para poder comunicarse con el padre fallecido de ellos, del que pocos datos tienen. Hay también un libro y unos escritos esotéricos misteriosos. El juego está servido. El guion, también de Palmieri, plantea varios puntos que en un primer momento despistan al espectador, parecen cabos sueltos, pero que lentamente irá uniendo para crear una red fuerte y cerrada. "Hotel Infierno" no apunta a la novedad ni a buscar nuevos horizontes, es una propuesta tradicional, que maneja bien los hilos del suspenso y la entrega, y se guarda para su tramo final momentos de puro terror y sangre a litros. En ese no saber bien qué es lo que sucede e intentar ver qué relación hay entre unos hechos y los otros es dónde más ganas Hotel Infierno. Por supuesto, hablamos de una propuesta independiente, de presupuesto medido. En la actualidad, cuando el cine de género está siendo abrazado por producciones cada vez mayores, rencontrarse con estas propuestas más modestas, que saben hacer un muy buen uso de los recursos con los que cuentan, es también un buen guiño para no olvidar y mirar con cariño los orígenes. Desde la fotografía y el uso del ambiente se sabe sacar buen provecho de esa locación lúgubre, que habla por sí sola, y las escenas en el exterior campestre permiten airear, aunque sea por precisos segundos, la claustrofobia que también aporta a la tensión. La ópera prima de Marcos Palmieri es equilibrada, se apoya en una historia fuerte, que mantiene el interés, en un misterio simple pero que atrapa; no abusa de los golpes de efecto; y sobre el final se rendirá al festín de sangre que los amantes del terror fueron a buscar. También hay una correcta construcción de personajes. Remedios es un personaje que irá desplegando capas de a poco, aunque desde entrada sabremos que nada bueno se trae entre manos; los más fanáticos irán encontrando en ella mucho de un gran ícono del terror que no conviene adelantar por aquí para no adelantarse a los hechos. María Alejandra Figueroa le pone el cuerpo, la dicción, y el porte correcto a este personaje, captando toda nuestra atención. "Hotel infierno" es una película chica pero de gran espíritu, demuestra en cada escena la devoción por el género y que, cuando las ansias existen, nada puede detener la marcha. Jugando los caminos tradicionales logra resultados más que promisorios.
Hotel infierno: truculencia y buenas ideas Dos hermanos adolescentes van en busca de la verdad sobre la muerte de su padre, ocurrida hace muchos años. Para ello recalan en un hotel regenteado por su madre. El silencio de esta y la falta de respuestas claras los lleva a intentar conectarse con su padre mediante una sesión de espiritismo junto a unos misteriosos huéspedes. Pero su investigación cambia cuando al preguntar por lo ocurrido terminan viendo los horribles asesinatos ocurridos en el pasado en ese hotel, hasta descubrir que los asesinos están más cerca de lo que ellos creen. Lo que en un principio comienza como un film de terror sobrenatural que se asemeja al de una casa encantada, lentamente comienza a mutar hasta llegar a un sangriento clímax digno del cine más truculento. Así el hotel se convierte en un personaje más, en una locación que pedía a gritos ser parte de esta historia a la que el director y guionista Marcos Palmieri logró insuflarle todos los condimentos necesarios para dejar más que satisfechos a los seguidores de este género. Hotel infierno se convierte, pues, en la mejor cara del cine artesanal que recupera el espíritu de las viejas ediciones del Buenos Aires Rojo Sangre. María Alejandra Figueroa, Diego Sampayo, Lucía Guzmán y el resto del elenco supieron componer a esos truculentos personajes con indudable acierto, a lo que se suma un impecable equipo técnico.
Entre una de fantasmas y el slasher, con poco presupuesto y notorias ganas, esta historia argentina, de invocaciones a un horrible pasado en un hotel en medio de la nada, está lejos de la perfección pero logra entretener.
Una pareja perdida que llega en medio de una tormenta a un lugar sombrío, un hotel donde las cosas no son lo que deberían ser y que esconde un sangriento secreto vinculado con lo oculto. Sí, bueno, hay muchas películas parecidas. Aunque este intento nacional de terror tradicional tiene algún buen susto, en general padece de falta de timing, eso que hace que el miedo o la risa se generen por la precisión de las acciones. Un esbozo, apenas.
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