No quedará mucho para querer contar luego de ver “Hotel Mumbai: el atentado”, por un lado porque la violencia sin concesiones para narrar la historia verídica de una masacre, ocurrida en el hotel más importante de la ciudad del título, es de un sequedad y frialdad abrumadora; Por el otro porque esta es de las pocas veces en las cuales “basada en un hecho real” sí funciona en el morbo del espectador que no deberá hacer más que poner YouTube para comprobar que efectivamente fue así.
Dicho esto, es menester adentrarse en los vericuetos del relato que eficientemente se ocupa de la acción antes que del drama, pues de esta saldrá el gen del interés por los hechos aunque estos no tengan gran intención de ser desarrollados demasiado.
En la introducción, un grupo de jóvenes se aprestan en un vehículo para realizar lo que sabemos será el atentado. Reciben instrucciones extremas. Que Alá esto, que Alá lo otro, y así por estilo. Por convención del género se sabe que frente a este tipo de diálogos solo ha de esperarse lo peor, pero lejos de hacer un desarrollo extenso de esta llegada y el modus operandi, Anthony Maras el director, y co guionista junto a John Collee, elige un montaje diligente y efectista. Todo pasa muy rápido y con un nivel de crueldad apabullante. Sobre este primer shock filmado con buena solvencia, se apoya el resto del relato cuyas acciones sí están más dosificadas hasta el climax, y se balancean entre el personal y pasajeros sobrevivientes, escondidos de los terroristas, y el accionar de los malos que por supuesto son muy malos.
El relato además irá haciendo un ping pong entre algunos personajes de más cartel como Dev Patel y Armie Hammer generando algo de tensión externa a partir de un espectador que querrá saber cómo salen de esa situación, si es que lo hacen.
“Hotel Mumbai: el atentado” no inventa nada en éste género, pero deja algunas imágenes que no se irán tan fácil de la mente. Habrán dejado su sello, y eso no es poco.