Hotel Mumbai, además de representar la peor pesadilla audiovisual del Ministerio de turismo de la India, es otra propuesta que se suma a la explotación cinematográfica de los atentados terroristas ocurridos en noviembre de 2008.
En esta última década se hicieron numerosas producciones sobre el tema y ninguna consiguió retratar con veracidad lo ocurrido en esos fatídicos cuatro días.
La gran decepción que genera este film es que cuenta con una producción espectacular y un reparto de grandes actores desperdiciados en una historia que se centra en el morbo de la violencia extrema y distorsiona la historia real de las víctimas.
Salvo por el caso del chef del Hotel Taj Majal, Hemant Oberoi, todos los personajes de este relato son ficticios y están inspirados en supuestas personas que habrían vivido en carne propia esa barbarie. Algo que por cierto es incomprobable.
A este film le faltó la sensibilidad e inteligencia que suele tener el director Peter Berg para abordar estos temas.
Por ejemplo en la excelente Día del atentado, Berg describe una crónica detallada de lo que fue el ataque terroristas en Boston del 2013, tal cual se dieron los hechos.
Todos los personajes que se presentan, tanto los víctimas como los sobrevivientes, criminales e investigadores representan personas reales que fueron parte de ese caso.
El director no contaminaba su trabajo con situaciones hollywoodenses que es el gran problema que tiene Hotel Mumbai.
El relato del director Anthony Maras se siente muy manipulado con el objetivo de conseguir una reacción emocional del público.
Su película es efectiva a la hora de crear una experiencia inmersiva aterradora, pero más allá de la crudeza de la violencia, toda la tragedia se recrea con estereotipos típicos del cine norteamericano.
Entre ellos la historia de amor inventada entre una mujer iraní y un estadounidense (Armie Hammer) atrapados en el hotel con un bebé, un empresario que además es un ex miembro de la fuerzas armadas rusas (Jason Isaac) y los terroristas sacados que parecen salidos de una producción de Chuck Norris de los años ´80.
Personajes que protagonizan situaciones ilógicas que no resultan convincentes.
Dev Patel, quien encarna a un empleado del hotel, con la infaltable esposa embarazada que sigue los hechos por televisión, le aporta cierta dignidad a esta producción con su interpretación dramática.
La gran debilidad de Hotel Mumbai es que se estanca en el espectáculo sádico, concentrado en el shock visual, y nunca se atreve explorar a fondo la verdadera crónica y contexto de los atentados terroristas.
Todo lo que ofrece el director Maras es un superficial espectáculo pochoclero que convierte la tragedia de las víctimas en un entretenimiento para masoquistas.