Si bien dicen -o mejor, decían- que en el hotel de cinco estrellas Taj Mahal Palace “el huésped es Dios”, algo va a pasar que esa frase célebre y pomposa va a convertirse en su antítesis.
Basada en hechos reales ocurridos allí, en el año 2008, cuando un comando terrorista -bah, cuatro tipos armados- se apoderó del lugar y lo puso bajo asedio durante cuatro largos días, Hotel Mumbai: El atentado cuenta cómo el staff del hotel y algunos huéspedes no la pasaron, precisamente, como dioses.
Dev Patel, que ya dejó de ser el pequeño de Slumdog Millionaire, ¿Quién quiere ser millonario?, es Arjun, uno de los empleados puesto en remojo por su jefe en el hotel, pero que de pronto se convierte en quien mejor pueda mantener a salvo a los huéspedes. Armie Hammer, que fue El Llanero solitario, aquí también debe poner a relucir su sagacidad y músculos, es el buen esposo y mejor padre (con su mujer dejan a su bebé en su cuarto, con la niñera, cuando bajan a cenar). Hay un ruso, hombre de negocios (el siempre sospechoso Jason Isaacs) entre los que duermen allí, y más personajes, desde la esposa de Arjun, que ve todo desde la TV, hasta la policía que intenta penetrar en el hotel en la India.
Complicado hacer un relato con personajes reales y de ficción basándose en lo que pudo ser una masacre. El director australiano Anthony Maras, quien debuta en la realización, acierta en no poner a los extranjeros como meras víctimas de lo que sucede en un país foráneo. Equipara a los empleados del hotel con los huéspedes internacionales. Salvando las distancias, no es como en Missing, de Costa-Gavras, en la que terminaba importando más qué les sucedía a los familiares del estadounidense desaparecido (Jack Lemmon y Sissy Spacek) que lo que acontecía en la Chile del golpista Pinochet.
La utilización, el aprovechamiento de imágenes de archivo reales, que se ven en pantallas de televisión, ayuda en el sentido de airear la trama y a la vez enriquecerla.
No es mucho más que una película sobre terroristas y rehenes, pero tiene ritmo, y al menos se aleja de algunos lugares comunes del subgénero, sin héroes envalentonados e invencibles.