Eso de mezclar a criaturas míticas de antaño con los tiempos que corren es una de las ideas más geniales que se han llevado a cabo en lo que a animación respecta. Drácula, Frankenstein, La Momia, El Lobo, El Hombre Invisible, Pie Grande… Y una lista interminable de monstruos copados.
En la primera entrega, papá Drac lidiaba con la adolescencia de su hija Mavis, algo complicado de llevar adelante cuando no está mamá presente. Para colmo de males, la nena se enamora de un humano común y corriente llamado Jonathan, quien cae al hotel por pura casualidad, luego de perderse en su odisea mochilera. Justamente, la hostería cinco estrellas fue hecha para alojar a todos esos seres que se hicieron famosos por tantas películas que protagonizaron y que son una leyenda no apta para convivir con gente como nosotros.
Pero acá los amigos son re buena onda, y a pesar de que hayan sido seres humanos retrógrados quienes asesinaron a la madre de Mavis, aceptan a Jonny como uno más de la familia. Claro, no sin antes pasar por las garras de Drácula. Finalmente, vivieron felices y comieron perdices, y ya en la segunda película se casan y tienen un pequeñín muy tierno llamado Dennis. El niño es la obsesión del abuelo vampiro, pero no específicamente por lo que implica tener un nieto, sino porque espera que pronto le salgan colmillos y se convierta en un monstruo más. De hecho, él lo llamará: Dennisovich.
Dracula (Adam Sandler), Frank (Kevin James), Wayne (Steve Buscemi), Dennis (Asher Blinkoff) and Griffin the Invisible Man (David Spade) in Columbia Pictures and Sony Pictures Animation's HOTEL TRANSYLVANIA 2.
Entonces, si el pequeño es “normal”, podrá vivir en California junto a la familia de Jonathan. Pero si resulta ser sobrenatural, permanecerá en el hotel. Para Drácula no hay tutía, y con la complicidad de sus legendarios amigotes, pretenderá enseñarle al pelirrojín a ser todo un héroe monstruoso. Las locuras que todos ellos harán son descollantes, mientras la pareja recién casada visita el hogar californiano de los padres de Jonny.
Una mezcla de ternura, diversión, espectaculares voces-en su versión original- y un 3D bastante aceptable, para todos aquellos que opten por verla en esa dimensión. Nunca dudé del poderío creativo de Genndy Tartakovsky, gracias a que durante mi infancia me trajo “El laboratorio de Dexter”, uno de mis cartoons preferidos. El guión estuvo a cargo del propio Adam Sandler, la voz del transilvano más importante.
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Imperdibles gags de la mano de los secuaces de Drácula, quienes esta vez demostrarán mucho más (bue, no tanto) de esos poderes que los hacen especiales. Incluso conoceremos al vampiro más vampiro de todos; padre de Drácula, bisabuelo de Dennis, quien como frutilla del postre aparecerá y hará valer sus minutos en pantalla. Por suerte no tiene demasiado para reprocharle, la peli entretiene y puede seguir tirando secuelas tranquilamente. Imagino que querrán saber si finalmente el bebé de la familia será un Dennis o un Dennisovich. Bueno, eso vendrá al cumplir sus 5 añitos de edad y… No, claro que no lo voy a decir, sería el peor spoiler de todos.
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Supongo que cada cual elige a su personaje favorito. El mío sin duda es Wayne, el lobo (Steve Buscemi), quien debe lidiar con su loba embarazada permanentemente y con una cantidad, a la fecha, de 300 lobitos. Pulgares, garras y colmillos arriba para Hotel Transylvania 2, film que sabe combinar la tecnología que manejamos hoy en día con la antigüedad y el tradicionalismo de los ultratumberos (¿?).