Llega un nuevo capítulo de la exitosa franquicia de los estudios Sony Animation, Hotel Transylvania. Film animado que trae nuevamente a la pantalla grande a los más famosos personajes del género del terror (Drácula, Frankenstein, La Momia y el Hombre Invisible, entre otros) para ubicarlos dentro de una historia de enredos familiares cargada de mucho humor inteligente.
Dirigida por Genndy Tartakovsky -reconocido por su trabajo en series animadas norteamericanas como "Las chicas Superpoderosas", "Samurái Jack" y "El laboratorio de Dexter"- Hotel Transylvania 2 reafirma una tendencia creciente por parte de Hollywood a las producciones pensadas para los más pequeños con atractivas historias de monstruos y personajes que dan miedo.
Si uno piensa en la participación de Drácula en la cinematografía mundial, se lo ha encarado desde todos las aristas imaginadas: desde el terror, pasando por lo humano y romántico, hasta los paródico y humorístico. Estamos ante uno de esos personajes clave de la cultura popular de la humanidad.
¿Cómo hacer, entonces, para contar una nueva historia sin caer en las imitaciones y clichés vistos hasta aquí? Seguramente, la respuesta se basa en una reinvención del mismo; es decir, reconfigurar el mito de Drácula, pensando en las nuevas generaciones.
En la primera película de esta saga estrenada en 2012 , el personaje debió aceptar que su hija adolescente (de 118 años) ya no era una niña. El conflicto giraba en torno del vínculo padre e hija. Un Drácula sobreprotector que no podía entender que su pequeña había crecido y que, luego, se enamoraría de un ser humano simple y mortal.
En esta segunda entrega, las cosas se ponen peor: el conde Drácula es abuelo. De esta forma su mundo, otra vez, se pone patas para arriba por la llegada de su pequeño nieto, un niño que no parece tener muchas ganas de seguir las tradiciones terroríficas de su abuelo.
Otra vez el contexto será el hotel para monstruos que Drácula dirige con la ayuda de sus colegas-amigos. El tiempo pasa y el pequeño Dennis está por cumplir cinco años, edad clave para definirse como vampiro o humano. No cabe dudas que las intenciones de Drácula es que continúe su descendencia vampírica y aprovecha un viaje que hace su hija para educar a su nieto en las terroríficas artes del miedo.
Con una narración veloz y con un despliegue de recursos técnicos y estéticos, la película se convierte en un claro ejemplo de entretenimiento para grandes y chicos.
Buena parte de todo esto es responsabilidad de sus productores, Robert Smigel y Adam Sandler (sí, el actor), que mejoran y potencian la fórmula de la primera parte dándole forma a una historia entretenida para los más pequeños y agradable para los adultos.