Queridos monstruos
Además de los gags y los personajes entrañables, la segunda de Hotel Transylvania también quiere dejar un mensaje.
La pandilla de monstruos del Hotel Transylvania está de regreso. Drac (Drácula), Frank (la criatura de Frankenstein), Wayne (el Hombre Lobo), Griffin (el Hombre Invisible), Murray (la Momia) y Blobby (el gelatinoso) vuelven en esta segunda parte de la animación de Sony Pictures Animation y cumplen con su misión de divertir a toda la familia.
Ahora los amigos freaks tienen que introducir en su mundo al pequeño Dennis, hijo de Mavis y Jonathan. Recapitulemos: en la primera, Jonathan, un humano, cae por accidente en el hotel de los monstruos y conoce a Mavis, la única hija de Drácula, justo el día de su cumpleaños número 118 (toda una adolescente para una mujer vampiro). Los jóvenes se enamoran y comienzan a salir a pesar de los celos del sobreprotector Drac.
En Hotel Transylvania 2, Mavis y Jonathan se casan y tienen un hijo, Dennis. El abuelo Drac está contento de que sea varón para que continúe con el linaje de los dráculas. El problema es que Dennis no da señales de ser un vampiro, sino más bien un humano como su padre (no vuela ni le crecen los colmillos). El niño tiene un “retraso dental”, como dice el afligido Drac, que no pierde las esperanzas de que su nieto sea como él.
Mientras, Mavis planea irse junto a su esposo para vivir en el mundo de los humanos, y así darle una mejor crianza al pequeño. La noticia le cae como un balde de agua fría a Drac, quien va a hacer todo para que Mavis se quede.
Dirigida por Genndy Tartakovsky y escrita por Adam Sandler (que además es uno de los productores y la voz de Drac en inglés), Hotel Transylvania 2 es un tour de force desopilante y entretenido. Como en la primera, las interacciones de los adorables monstruos son efectivas y graciosas, y la relación entre padre e hija sigue siendo tierna.
Si bien hay repetición de gags (el chiste del Hombre Invisible con su novia, las participaciones de los botones zombis y el infaltable “yo no fui” que come todo), la película gana porque los personajes aportan lo suyo. También se permite un homenaje a Mel Brooks, que en la versión original hace la voz de un personaje sorpresa. El mensaje en esta oportunidad es que no se puede obligar a alguien a ser algo que no es. Acá se trata de aceptar la diferencia y de no abandonar las raíces.