Drácula y Sandler, un solo corazón
La secuela del film de 2012 crece en cantidad y calidad de chistes, convirtiéndose en una de las mejores producciones de animación del año.
Malo o bueno, frágil o fuerte, pero nunca abuelo. Tres años después de la exitosa Hotel Transylvania, Drácula y su séquito de amigos/monstruos vuelven al ruedo en una secuela centrada en el nacimiento del nietito del emblemático Conde.
Dirigido nuevamente por Genndy Tartakovsky (El laboratorio de Dexter, Las chicas superpoderosas) y con Adam Sandler incorporándose como coguionista, Hotel Transylvania 2 comienza un par de años después del desenlace de la anterior. Ahora Drácula regentea el hotel del título con criterios mucho más amplios que incluyen la aceptación de huéspedes humanos, mientras su hija Mavis continúa enamorada de aquel mochilero adolescente con el que ahora se va a casar.
La ceremonia es una buena ocasión para una nueva reunión de todos los personajes de la primera entrega, quienes, un tiempo después, cuando nazca el nieto de Drácula, lo ayudarán en la cruzada para saber si el niño es un chupasangre o no.
A partir de esa anécdota, el film despliega un arsenal humorístico enorme, cortesía seguramente de la inclusión de Sandler entre los coguionistas. El actor, productor y cabeza del elenco vocal deja su marca en una película graciosísima, de esas que apuestan a desplegar chistes en todas y cada una de sus escenas. Que funcionen de bien para arriba se debe, además del timing y la originalidad, a la presencia de un grupo de personajes queribles, entrañables y portadores de una bondad infinita. Todo eso termina haciendo de Hotel Transylvania 2 una de las mejores películas de animación del año.