Hotel Transylvania 3 es una contundente niñera audiovisual, especializada en niños hiperkinéticos, que cumplirá sus tareas con eficacia en estas vacaciones de invierno y en tiempos venideros.
No importa la ocasión, cumpleaños, bautismos, Navidad, cuando un grupo de chicos menores de 10 años sea complicado de manejar les ponés esta película y por una hora y media los tenés bajo control.
Si me tengo que dejar llevar por el hecho que el film se hizo para el público infantil y funciona, la reseña la tendría que terminar en este párrafo porque en ese caso no hay mucho más para destacar.
Ahora bien, al margen de esta cuestión, donde ya resalté que vale la pena como propuesta familiar para la temporada invernal, los aficionados a la animación que valoran el arte de Genndy Tartakovsky, en esta propuesta encontrarán uno de los trabajos más flojos y desapasionados de su carrera.
Un realizador que se destaca entre las grandes figuras que tiene el campo de los dibujos animados donde brindó obras tremendas como El laboratorio de Dexter, esos fabulosos cortos de las guerras clónicas de Star Wars y su obra maestra, Samurai Jack.
En la saga de Hotel Transylvania trabajó para un público más familiar que jamás reconocería su nombre pero en la primera entrega, especialmente, se pudo disfrutar un poco del estilo de humor que lo caracteriza.
La tercera película de la serie se nota que la hizo por un compromiso comercial y no le puso la misma dedicación.
Un problema que tiene este film es que remite numerosos elementos que ya había trabajado en los capítulos previos y dan como resultado una continuación forzada.
Tartakovski elaboró una mínima línea argumental para rellenar la película con un collage de sketches humorísticos que por momentos resulta abrumador.
La historia no para desde la primera escena con los chistes tontos y después de 20 minutos se vuelve redundante porque el humor siempre gira en torno a lo mismo, que es el estilo de vida de los monstruos.
Inclusive el conflicto vuelve a repetir el mensaje de tolerancia que ya se había expresado en las películas anteriores y ni siquiera por ese lado hizo algo original.
Hotel Transylvania 3 encuentra sus mayores virtudes en la puesta en escena donde más sobresale el trabajo del director.
Todos los escenarios de la historia y los detalles que tienen los diseños de cada monstruo, inclusive los extras, son impecables.
Lamentablemente no hay mucho más para resaltar y queda la sensación que Drácula y su familia dieron todo lo que tenían para ofrecer.
En resumen, Genndy Tartakovsky presenta una película frenética en materia de chistes que no da respiro pero cuando salís del cine está producción queda en el olvido.